En una entrevista franca y emotiva, Verónica Cabrera, propietaria del kiosco asaltado en múltiples ocasiones, expuso la cruda realidad que atraviesa. Los últimos robos a mano armada han dejado secuelas profundas en el negocio y en el ánimo de sus empleados. La desconfianza generada por estos sucesos ha llevado a que las trabajadoras abandonen sus puestos, afectando drásticamente la clientela y las ganancias del local.
Verónica enfatizó la necesidad de medidas de seguridad adicionales en la zona. Pidió patrullaje policial más frecuente, mayor iluminación en las calles y la poda de árboles que obstaculizan la visibilidad. Lamentó la falta de atención y seguimiento por parte de las autoridades tras los robos, evidenciando la sensación de desamparo ante la situación.
La preocupación de Verónica se extendió a la presencia de personas desconocidas en la zona, resaltando la importancia de controlar la llegada de foráneos para prevenir futuros incidentes. Ante este panorama, instó a encontrar soluciones y asegurar la tranquilidad en Las Varillas, una ciudad que, aunque crece, enfrenta estos desafíos inesperados.