La economía argentina bajo el gobierno de Milei
La actividad económica tiene como finalidad la producción de bienes y servicios para satisfacción de las necesidades de la población, esta existe desde la prehistoria con los homínidos cazadores recolectores.
La teoría económica tiene como finalidad su explicación, la comprensión de esta actividad que existe al margen de las teorías que tratan sobre ellas.
En la sociedad y la economía compleja, los seres humanos no podemos comprender la actividad económica sin la ayuda de una teoría, que la mayoría de las veces no se tiene claro cuál es, Keynes lo refleja diciendo “pensamos la economía por medio de un economista que desconocemos”
La económica es una ciencia empírica no experimental, es decir que se vale de la recopilación de datos sobre el comportamiento económico de distintos aspectos de una población determinada para luego contrastarlos con otras para proceder a su generalización.
Por medio de la ciencia económica, que aportaría elementos para comprender la situación económica, se diseñan políticas que tendrían como objetivo lograr que la finalidad de la actividad económica se lleve a cabo.
Esta cuestión es central ya que si se tiene como referencia una teoría que no es adecuada para comprender nuestra realidad las políticas que se diseñan por medio de estas fracasan.
Desde 1948 la escuela económica de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha desarrollado una serie de investigaciones que demuestran la especificidad de los comportamientos económicos de esta región del mundo por su momento y modo de insertarse en la economía mundial y su lugar geográfico que no son adecuadamente explicados por las teorías que tienen su origen en los países centrales, por su carácter empírico, y que constituyen la línea central del pensamiento económico.
A manera de ejemplo pongo lo que en economía se conoce como efecto Pigou debido a un economista inglés que establece, a partir de sus investigaciones en Inglaterra y los países europeos, que la concentración del ingreso y la riqueza aumentan el bienestar de la sociedad ya que se transforman en inversiones que aumentan la producción y el empleo. Este efecto es un aspecto central de las políticas económicas derivadas de la línea central de la teoría económica (liberalismo en sus diversas formas y variantes).
La CEPAL, por medio de las investigaciones iniciadas por Osvaldo Sunkel, economista Chileno especialista en desarrollo económico, que en América Latina la concentración del ingreso y la riqueza no se transforma en inversiones, sino que ese capital se fuga. La razón de esto es que los países de nuestra región son tomadores de instituciones y reglas de juego diseñadas y establecidas por los países centrales, que como señaló Douglas North economista institucionalista premio Nobel, benefician a quienes las crean, por lo que esta situación provoca que nuestra América sea una región de incertidumbre lo que hace lógico llevar el capital a regiones más seguras.
Por esta razón la CEPAL aconseja políticas que distribuyan el ingreso y la riqueza en sectores económicos que por su naturaleza no tienen capacidad o intención de fugar el capital de manera sustancial, estos son los trabajadores, los pequeños empresarios y el Estado, que en este último caso debe mejorar la calidad de los bienes y servicios que provee.
Argentina es una demostración acabada de esta visión de la CEPAL para América Latina, la fuga de capitales es constante lo que varía en la magnitud, en una investigación reciente de Leandro Rodríguez y Gabriel Weidmann señalan que entre 2008 – 2011 se fugaron 48.445 millones de dólares, entre 2012 – 2015 37.470 millones de dólares y entre 2016 – 2019 89.974 dólares, existiendo una correspondencia entre una distribución del ingreso más equitativa en los primeros períodos.
El otro principio fundamental de la visión liberal es el que dice: “toda oferta genera su propia demanda”, es decir que el impulso inicial de la actividad económica es la inversión (oferta), extensos trabajos de la CEPAL que abarcan períodos superiores a los 30 años tanto del siglo XX como del presente muestran que no se cumple este principio en América Latina y que el empresario invierte cuando enfrenta una demanda que aumenta y se muestra estable.
El siglo XXI en Argentina muestra con claridad que este es el comportamiento de la economía Argentina, que muestra que la inversión sigue a la mejora de los ingresos del conjunto de la población comenzando en el 2004, alcanza su máximo en el tercer trimestre del 2011 y se desploma en el primer trimestre del 2024 registrando un valor similar al del 2004 (ver: https://datos.gob.ar/series/api/series/?ids=4.2_DGIC_2004_T_32) coincidiendo con los ciclos de los ingresos de la población.
Con este breve resumen se pueden tener elementos para entender que le pasa a la economía que impulsa la política de Milei.
Volviendo a la actividad económica, no debemos olvidar que cuando se expresa que la misma tiene como finalidad, desde el comienzo de la humanidad, la satisfacción de las necesidades de la sociedad, se está refiriendo a la vida y la calidad de vida de las personas que viven en esa sociedad.
Con toda objetividad se puede afirmar que la política económica de Milei ha provocado en muy corto tiempo un profundo deterioro económico y social en Argentina que se puede sintetizar con los siguientes indicadores: disminución de la generación de riqueza medida por el Producto Bruto Interno (PBI) del 3,8% respecto al año anterior, disminución de los salarios en un 16%, la jubilaciones en noviembre de 2023 cubrían la mitad de la canasta del adulto mayor ahora sólo alcanza al tercio, se han pedido 261.000 puestos de trabajo registrado, la desocupación pasó del 5,7% en el último trimestre del año pasado al 7,6%, se cerraron 16 mil pymes en lo que va del año, el consumo de carne es el más bajo de los últimos 26 años, las ventas de las pymes cayeron en lo que va del año 13,2%, está fuerte retracción de la demanda ha provocado la mayor disminución de la inversión desde 2004 del 35% respecto al año anterior, sólo superada por la sufrida en la pandemia.
Esta situación económica tiene una clara expresión en lo social. La pobreza pasó del 41,7% a fines del año pasado a 55% en el segundo semestre de este año, mientras que la indigencia pasó del 11,9% al 15,8%, a veces esta expresión porcentual invisibiliza que se trata de 26 millones de argentinos en la pobreza de los cuales 7 millones no pueden alimentarse adecuadamente, en el país que produce 10 veces más alimentos que necesitaría para satisfacer la demanda de su población.
Es este un aspecto central, la recesión causada por Milei a partir de la devaluación del peso en diciembre del año pasado del 118% (el tipo de cambio oficial pasó de 366 por dólar a 800), lo que provocó un salto de la inflación que en la medición por el índice de precios al consumidor fue del 25,5%, la más alta de las últimas tres décadas, esto se debe a que el 90% de las importaciones se realizan con el “dólar oficial”. En los últimos 12 meses la inflación fue 193% y en los anteriores 143%.
Es muy importante tener en cuenta que la inflación provoca un cambio en la distribución del ingreso ya que los precios no aumentan todos en la misma magnitud y los sectores con mayor poder de mercado aumentan por encima de la media, lo que les permite apropiarse de riqueza de los sectores que lo aumentan en menor medida. Quienes son estos sectores, los ganadores son grupos económicos como Molinos, La Serenísima, La Anónima, Arcor, Ledesma, Sociedad Comercial del Plata, los bancos, Unilever, Procter, Personal, Claro, Celusal, las prepagas, por mencionar las más representativas.
Los sectores que se perjudican son las PyMes , cuyos costos aumentan más que los precios a los que pueden vender sus productos y servicios, a lo que se le suma la caída en sus ventas físicas, y fundamentalmente los trabajadores en todas sus categorías cuyos ingresos evolucionan por debajo de la inflación.
Este efecto de la inflación es conocido por todos los economistas, y es una parte esencial del mencionado “efecto Pigou” política característica del liberalismo.
Es decir que se ha afectado el poder de compra del 95% de la población, conocida receta del liberalismo para combatir la inflación que como ya se sabe produce efectos negativos en la economía y la sociedad, la intensidad de este deterioro se debe a que el 90% de la producción argentina se vende en nuestro país.
La política fiscal es la otra expresión de esto con una disminución de los salarios, jubilaciones y trasferencias a las provincias, en el caso del FONID que refuerza el salario de los docentes su supresión, por el lado de los ingresos se produjo una reducción del impuesto a la expresión de riqueza, a los bienes personales, en definitiva se propicia un sistema regresivo: disminución o supresión de ingresos a los sectores populares, mantenimiento de las exenciones y beneficios a las empresas y reducción de impuestos a los que tienen mayor capacidad contributiva.
El decil más rico de la población pasó del 21,7% al 24,5% y el más pobre del 3,5% al 3% del PBI en un año.
La otra receta clásica de las políticas liberales es el atraso cambiario, es decir que la devaluación del peso es inferior a la inflación eso provoca una revalorización del peso, encareciendo la producción nacional respecto a la internacional, esto deprime la exportaciones y estimula las importaciones que se espera que presionen los precios a la baja.
A casi un año de esta política de atraso cambiario recién comienza, tímidamente, a escucharse reclamos de la centrales empresarias ante la imposibilidad de competir con los productos importados, hay que resaltar que esta imposibilidad de competir se debe principalmente a la política cambiaria.
En definitiva esta política no es nueva, la sufrimos con la dictadura militar, con el gobierno de Menen, De la Rua y Macri con los mismos resultados: destrucción de capacidad productiva, pérdida de puestos de trabajo, aumento de la pobreza y la indigencia, lo nuevo es la intensidad y la desaprensión hacia el deterioro de las condiciones de vida de la mayoría de los argentinos.
A todo esto habría que sumarle la posibilidad de una descapitalización por la privatización de empresas del estado como en el menemismo.
La idea de la disolución del estado que manifiesta Milei se enmarca en el proyecto globalista del gran capital financiero internacional encarnado en bancos como el City, Barclays, Lloyds-Baring, Santander, Roschild y fondos de inversión como BlackRock, Templeton, Vanguard, por mencionar algunos, que se complementa con las guaridas fiscales que sirven para ocultar todos tipo de fondos ilegales y que desfinancian a todos los estados.
Para estos capitales los estados significan un estorbo para su libre movilidad y tiene por objetivo un mundo enteramente global, articulado en una red de centros financieros con eje Nueva York – Londres y nodos secundarios como México, San Pablo, París, Singapur, Buenos Aires, por mencionar algunos de los posibles, sin estados en el que los ciudadanos han sido suprimidos y transformados en productores – consumidores, sin democracia, administrados por tecnócratas puestos por el capital. El tratado Transpacífico es un ejemplo embrionario de este proyecto.
Lo que estamos viviendo es un proyecto político que usa como instrumento la política económica para debilitar el tejido económico y social, como paso previo a la disolución del estado es necesario producir la anomia en Argentina.
Si no se logra este objetivo de máxima, estaremos ante una nueva experiencia liberal que se atascará por la inconsistencia de la política frente a la realidad, lo que frustraría aquel objetivo, y que como en otras oportunidades llevará tiempo para que sea revertida.
Lo preocupante ante esta situación es la falta de respuesta de los sectores perjudicados, la amplia mayoría de los argentinos, ya que existen dentro de la doctrina económica de la CEPAL propuestas concretas para superar todos los problemas que hoy tenemos: la inflación, la destrucción de empresas, el aumento de la inversión, la pobreza, la indigencia, que ya hemos vivido, con matices, y que mostraron un desarrollo económico y social.