En la nota de la semana pasada veíamos que el repaso de estas encuestas nacionales realizadas el pasado mes de diciembre pasado arrojaba mucha dispersión y matices en las expectativas, lo que era un síntoma de alta volatilidad en esa variable y también sugería probables sesgos asociados a lo que en opinión pública se conoce como “pensamiento desiderativo” entre quienes se mostraban optimistas y, en el otro extremo, sesgos de confirmación entre los pesimistas. ¿Qué sucede con las mediciones de sensaciones sociales y emociones? Proyección Consultores, que relevó datos entre fines de noviembre y principios de diciembre, reportó un empate técnico entre optimismo (39,2%) e incertidumbre (37,3%), en tanto que el pesimismo alcanzó 23,5% (gráfico arriba). Mientras que los dos primeros sentimientos mostraron marcada volatilidad a lo largo de 2024, el tercero se caracterizó por una notable estabilidad en el evolutivo de toda la serie temporal.
En tanto, la última encuesta del consultor Cristian Solmoirago ubicó a esperanza con 36,4%, escoltada por incertidumbre (16,5%), y bronca/odio cerrando el podio con 14,3%. Fuera del top 3, tristeza rozó el 13%, miedo alcanzó 3,1% y desilusión 2,3% (gráfico arriba). En este caso, la suma de negatividad llega a 31,6%, lo que implica un empate técnico con la positividad asociada a esperanza, puesto que la brecha de 4,8 puntos porcentuales (pp) no resulta estadísticamente significativa dado un error muestral de +/-2,45%.
El último informe de Pulso Research también reportó a esperanza al frente, con 43,10%, y repitió la posición de escolta para incertidumbre (19,4%). Tristeza/angustia cerraron el podio, con casi 18%. Por debajo de los dos dígitos y fuera del top 3, bronca/enojo rozaron el 105, desilusión rondó el 6% y miedo el 3% (gráfico arriba). La negatividad acumulada trepó a 36,3% y quedó 6,8 pp detrás de la positividad, lo que implica un nuevo empate técnico, dado que esa brecha resulta estadísticamente no significativa para un error muestral de +/-3,5%.
“Esperanza” apareció de nuevo al tope en la última encuesta de consultora Escenarios (40,31%), pero en este caso la escoltaron miedo (17,33%) y tristeza (15,05%). Fuera del podio, rabia y hartazgo rondaron entre 8%-9%, mientras que ansiedad rozó el 7%; alegría e indiferencia no llegaron a 5% (gráfico abajo). Aquí, la positividad sumó 41,94% vs 56,07% de negatividad, lo que arroja una brecha desfavorable de 14,16 pp, estadísticamente significativa dado el error muestral de +/-2,73%.
A su turno, según la más reciente encuesta de Equipo Mide, el resultado es un empate técnico: 24% de esperanza vs 23% de incertidumbre (gráfico abajo). Completó l podio bronca/enojo (19%), mientras que fuera del top 3 aparecieron confianza (13%), miedo y desilusión (ambos con 8%), y alegría (2%). Aquí, la positividad acumula 39% y la negatividad 35%; un nuevo empate técnico, pues la brecha de 4 pp no resulta estadísticamente significativa dado un error muestral de +/-2,34%.
La serie evolutiva de ese informe arrojó una marcada volatilidad en las emociones principales; sólo desilusión y “otro” aparecen estables a lo largo de toda la serie temporal (gráfico abajo).
Finalmente, esa consultora introdujo otro tratamiento de la variable: hizo foco en las emociones de mayor positividad y las de negatividad extrema, despejando todas las demás: el resultado a fines de 2024 dibujó nítidamente el empate técnico entre esperanza vs bronca/enojo, dejando atrás el momento más favorable del evolutivo, registrado en noviembre pasado (cuando la brecha positiva llegó a un pico de 14 pp).
En síntesis: 1) el análisis de estas cinco encuestas nacionales recientes ubica a la esperanza como primera minoría emocional 2) sin embargo, la positividad y la negatividad acumuladas aparecen parejas en casi todas las mediciones 3) la incertidumbre complejiza el análisis; los sondeos no la consideran como una categoría negativa en sí misma pero, sin dudas, es una sensación social cuya tonalidad es más cercana al pesimismo que al optimismo. Tal como la categoría de respuesta “regular”, no se trata de una opinión neutra, sino de un primer nivel de malestar.