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Muerte en la estación de servicio: “Si no lo hubieran patoteado, lo tendría al lado mío.”

El homicidio calificado es un delito que se comete con premeditación, alevosía, ventaja o traición, mientras que el homicidio preterintencional es un homicidio no buscado por el homicida.

En los primeros hay un agregado, una circunstancia, un accionar, que los hace “calificados”: ensañamiento, alevosía, veneno o cualquier otro procedimiento insidioso que termina con la muerte de la víctima.

En cambio, los homicidios preterintencionales se cometen sin la intención de matar, pero sí de lesionar. La muerte ocurre como consecuencia de lesiones provocadas intencionadamente o de otro maltrato que no tenía intención de provocar la muerte. El ejemplo al que más se recurre es el de dos personas que se pelean a trompadas y una cae por un golpe, se da la cabeza contra el piso y muere.

Más allá de estas diferencias en el encuadre legal, tal vez la diferencia práctica más notable sea que el homicidio culposo se castiga con reclusión o prisión perpetua mientras que el homicidio preterintencional tiene una pena prevista en el Código Penal de entre 1 y 6 años de prisión.
Por añadidura, el primero no es excarcelable y el segundo si.

Lo que es importante recalcar es que la liberación de los policías cuya actuación, según el propio fiscal de la causa, determinó la muerte de Guillermo Bustamente, no implica absolución alguna: siguen siendo culpables de un homicidio. Si no hubiesen actuado como lo hicieron, Bustamante estaría vivo.

Ver: Fiscal del caso: "Sin el accionar policial, Guillermo Bustamante no habría muerto"

El fiscal señala ahora que la evidencia reunida, lo permite reformular la hipótesis de lo ocurrido: no tuvieron intención de matar, pero tienen responsabilidad en la muerte.

La viuda responde

Frente a esta significativa novedad en la causa, Canal 10 consideró relevante conocer la opinión de la viuda de Bustamante, Agustina Scotorini, quien se mostró contrariada por lo que juzga son situaciones irregulares en relación a esta causa.

En primer lugar señaló su discrepancia con las pericias oficiales que llevaron a la liberación de los policías acusados del homicidio: “Yo estoy muy tranquila porque tengo mi perito de parte que se va a expedir sobre el informe del forense: el corazón de mi marido estaba en perfecto estado, no tenía signos de haber sufrido un paro cardíaco”.

“Yo no sé qué están tratando de hacer para limpiar a la policía y ensuciar a mi marido: si, como dijo el playero que lo vio ‘ido’, el tratamiento debió ser otro, llamar al 107, a la emergencia, pero no, ellos lo patoteron y lo golpearon. Yo lo ví.” agregó Scotorini.

Entre las irregularidades que observa, insistió con el manejo arbitrario de la información que se hace en la causa: “las cámaras de la estación de servicio, si están bajo secreto de sumario, pero este informe de mi marido, no; el informe de mi perito está bajo sumario, pero lo de ellos no, se muestra en todos lados para ensuciar a mi marido y limpiar a la policía de Córdoba”.

La viuda negó que su marido tuviese una afección cardíaca preexistente, advirtiendo que “hace tres meses se hizo un electrocardiograma que dio todo bien” y, aunque no negó posibles consumos de su fallecido esposo, advirtió que “como todos los ciudadanos, salía a tomar algo con sus amigos; adicto mi marido no era”.

Consultada finalmente por el cambio de carátula dejó la sentencia de la que seguramente la convenció el propio fiscal de la causa: Que le pongan la carátula que quieran; yo estoy muy tranquila de que esto se va a solucionar. Si ellos no lo hubieran patoteado, yo hoy lo tendría al lado mío. Ellos lo mataron”.

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