La identidad del nuevo Papa definirá el rumbo de la Iglesia
Siempre la elección del nuevo Papa depara alguna sorpresa, como lo fue la anterior cuando el argentino Jorge Bergoglio sumó los votos necesarios para ser el conductor de la iglesia Católica, pero a partir de ahí marcó una definición con haber inscripto el nombre de Francisco (por San Francisco de Asís, conocido por su humildad, vida de pobreza y amor por los todos seres).
Así fue como comenzó a caracterizarse las actividades que desarrolló al frente del Vaticano, acercándose a las comunidades más postergadas, con viajes papales a sitios reconditos del planeta, con preocupación por aquellos privados de su libertad, énfasis en medio ambiente y buscando la paz en el mundo.
Con el proceso de selección del sucesor, existen versiones de que la posibilidad de continuidad de esas políticas hacen que el próximo Papa pueda adoptar el nombre de Francisco II. Siempre el que define el nombre es quién ocupa el principal sitial en la Santa Sede.
También, está la idea de que pueda adoptar el nombre de Juan XXIV, en honor al papa progresista de la era del Vaticano II. La identidad papal más popular del siglo anterior fue Pío, que marcaría una tendencia tradicionalista para el credo católico.
Si bien en un principio los líderes religiosos imponían su nombre de pila, quién cortó con esa tradición resultó el romano Mercurius del siglo VI, quien llevaba el nombre de un dios pagano y eligió el nombre más apropiado de Juan II.
Juan ha sido el nombre el más popular, elegido por 23 papas, seguido por Benedicto y Gregorio, cada uno con 16.
Los cardenales que llegan con posibilidad de asumir responsabilidades de conducción y aquellos que no las tienen deben tener en su valija la idea de qué nombre se adjudicarán en caso de ser los más votados.
Candidatos
Quién llega como Papa, sale como cardenal, es uno de los dichos más comunes de escuchar en los ámbitos eclesiásticos, porque nunca el que se perfila como posible postulante logra el apoyo de aquellos que lo deben votar en el cónclave. Esta elección no será diferente, según anuncian los especialistas.
Sin embargo, en el concierto de cardenales que pueden obtener mayores adhesiones se mencionan a varios, según su perfil. Pietro Parolín es el actual Secretario de Estado del Vaticano, uno de los nombres más mencionados para ocupar la sede de Pedro. Con una
amplia trayectoria en la diplomacia vaticana lo ha colocado en una posición privilegiada, ya que fue uno de los artífices del histórico acuerdo de 2018 entre el Vaticano y China sobre la nominación de obispos.
Pierbattista Pizzaballa, se destaca por su labor de promoción del diálogo interreligioso y la paz, especialmente en la Tierra Santa, es considerado un candidato de peso que podría ofrecer continuidad al trabajo iniciado por Francisco.
Luis Antonio Tagle es uno de los favoritos en Asia y uno de los líderes más carismáticos de la Iglesia, además de continuador del legado de Francisco.
Matteo Maria Zuppi tiene una firme postura en temas de pobreza y migración, que son ejes centrales de los últimos debates en la Santa Sede.
Joseh William Tobin es arzobispo de Nuevca Yersey y tiene un enfoque inclusivo y progresista en temas de justicia social e inmigración.
Más alejado de las políticas actuales se encuentra el cardenal húngaro Péter Erdő, de 73 años, una figura más conservadora, firme defensor de los valores tradicionales de la Iglesia mantiene posiciones conservadoras sobre temas éticos y sociales.
Jean Marc Avelline, el cardenal de Marsella, de 67 años, es otro posible Papa con un trabajo centrado en el diálogo interreligioso y su dedicación a los temas sociales.
El cardenal congoleño Ambomgo es conocido por su fuerte apoyo a la sinodalidad y el diálogo dentro de la Iglesia, a la vez que mantiene posturas conservadoras en cuestiones de familia y sexualidad.
Habrá que ver si alguno de ellos u otro puede alcanzar los dos tercios de los votos necesarios para ser el reemplazante de Francisco.