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La búsqueda de identidad en la era de ‘El Eternauta’: un fenómeno social tras el estreno

“¿Estás mirando la serie El Eternauta? Si es así y naciste en noviembre de 1976 o entre noviembre de 1977 y enero de 1978 y tenés dudas sobre tu identidad o la de alguien que nació en esas fechas, contactate con Abuelas de Plaza de Mayo”. La publicación en redes fue compartida por esa organización y también por H.I.J.O.S. Capital. La imagen que eligieron es contundente.

X de H.I.J.O.S. Capital

Al afiche callejero de la serie producida por Netflix y protagonizada por Ricardo Darín se le superponen, en blanco y negro, las fotos de Héctor Germán Oesterheld, el autor de la historia en los años cincuenta, y de sus cuatro hijas: los cinco fueron desaparecidos por la última dictadura. Ellas tienen entre 20 y 25 años, él 58 congelados con su desaparición. Nunca más se supo de ellos.

La magnitud del impacto de la serie es patente en todos los órdenes. En los primeros días de mayo, es la serie de habla no inglesa de mayor audiencia en todo el mundo.
Solo para darle alguna dimensión, si en estos días se hace una búsqueda de las noticias (sólo las noticias) asociadas a la palabra “eternauta”, la lista de las públicadas en las últimas 24 horas, tiene más de dos páginas.

Muy pocas, casi ninguna, hacen referencia a la trágica historia de la familia y a dos nietos que aún se buscan. Las Abuelas siguen buscando a las nietas o nietos de Oesterheld y Elsa Sánchez, su compañera de vida.
Son dos más entre los aproximadamente trescientos nietos a los que aún buscan para que conozcan su verdadera identidad e historia.

Y aunque no se hable mucho de esa trágica historia, el estreno de El Eternauta, no sólo reavivó la atención sobre esas dos búsquedas sino sobre todas las que hace la organización de derechos humanos.

Las consultas a Abuelas por parte de personas que tienen dudas sobre su identidad y que nacieron entre 1975 y 1983, que es el período en el que concentra su búsqueda la organización, se sextuplicaron después de que la serie llegara a la plataforma de streaming, como una adaptación de Bruno Stagnaro a la historieta guionada por Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López.

En números

Según consigna el portal Infobae, en 2024, entre el 1º y el 7 de mayo, Abuelas recibió 18 de esas consultas.
Este año, en ese mismo período de tiempo y con la serie estrenada el 30 de abril, las consultas fueron 106 en menos de una semana, seis veces más.

En la figura global: en las 20 semanas que transcurrieron de este año se acercaron a Abuelas 902 personas para consultar sobre su identidad y, de ese total, una de cada diez ocurrió en la semana posterior al lanzamiento de la serie.

La organización no sólo recibe consultas sobre identidad, sino también denuncias de quienes sospechan de alguna presunta historia de apropiación de bebés ocurrida durante la dictadura.
Esas denuncias también se dispararon en medio del “efecto Eternauta”. Entre el 7 y el 14 de abril hubo 21, mientras que del 30 de abril al 9 de mayo, ya con la serie estrenada, fueron 62: prácticamente se triplicaron esos acercamientos.

Los dos nietos que todavía se buscan

Apenas se estrenó la serie, las redes sociales se inundaron con la foto de Juan Salvo (el personaje central interpretado por Darín) bajo la nieve mortal, intervenida por la familia Oesterheld desaparecida.
Héctor Germán y también Marina, Diana Irene, Beatriz Marta y Estela Inés, a quienes su madre, Elsa Sánchez, buscó hasta 2015, cuando murió sin saber nada sobre todos esos amores que le había arrebatado el terrorismo de Estado.

La de los Oesterheld es otra historia desgarradora de las familias rotas por el plan sistemático de secuestro, tortura y desaparición de la última dictadura: un padre, sus cinco hijas y tres parejas de ellas, víctimas directas de esos crímenes. Una esposa y madre arrasada por esos secuestros.

El nieto mayor, Martín Miguel Mortola Oesterheld de cuatro años, fue llevado en cautiverio con su abuelo y finalmente entregado a otros parientes. Lo recuerda, lo ha narrado. De hecho, es parte del equipo de la producción de Netflix y el responsable de la “argentinidad” de la versión.

Otro pequeño de un año, Fernando Araldi Oesterheld, fue abandonado como NN en la Casa Cuna de Tucumán para luego ser recuperado por sus abuelos paternos: es hijo de Diana Irene y de Raúl Ernesto Araldi y sigue buscando a su hermano y a su primo, ambos muy posiblemente nacidos en cautiverio.

La tragedia de los Oesterheld fue exhaustivamente investigada y contada por las periodistas Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami en el libro que se llama como la familia, Los Oesterheld, publicado en 2016.

Elsa Sánchez de Oesterheld habló de esa tragedia antes de que terminara la dictadura. Fue en 1982, en Bélgica, invitada por Amnesty International. Su historia hizo que las Abuelas se acercaran a Elsa, que fue parte de su lucha desde entonces.

No se sabe si Marina Oesterheld, hija de Héctor y Elsa, y Alberto Oscar Seindlis tuvieron un hijo o una hija. Ese bebé debía nacer entre diciembre de 1977 y enero de 1978: Marina fue secuestrada cuando estaba embarazada de ocho meses, luego de que Alberto atravesara ese mismo destino. Los dos eran militantes de Montoneros. Ellos y su bebé siguen desaparecidos hasta hoy.

Antes, hacia noviembre de 1976, debió nacer el hijo o hija de Diana Irene Oesterheld y Raúl Ernesto Araldi. Ella fue secuestrada en agosto de ese año en San Miguel de Tucumán, cuando cursaba un embarazo de seis meses. Un año después fue secuestrada su pareja, también en la capital tucumana.

También eran parte de Montoneros y habían tenido a Fernando, su primer hijo, en 1975. Los restos de Raúl fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2010, pero Diana y el bebé siguen desaparecidos.

También continúan desaparecidos Héctor Germán Oesterheld, secuestrado en 1977, y Estela Inés, que tenía 25 años cuando fue secuestrada por un grupo de tareas en Longchamps.

Elsa Sánchez de Oesterheld sólo pudo dar con el cuerpo de Beatriz, su hija menor: la citaron en una comisaría de Virreyes y le comunicaron que su hija había muerto sin brindar más explicaciones. Fue la primera secuestrada de la familia y estuvo unos veinte días desaparecida: su madre acudió a la Policía, a sacerdotes, a jueces y a militares.

Presentó un hábeas corpus, como haría con los demás integrantes de su familia. Sólo en el caso de Beatriz logró recuperar el cuerpo. En medio de ese dolor y de la falta de respuestas, Elsa nunca renunciaría a la búsqueda de sus nietos.

Tampoco renunciaron las abuelas que aún integran la organización, ni las que murieron buscando: ellas impulsaron la búsqueda de los 139 nietos y nietas que ya recuperaron su identidad, y la de los que quedan por encontrar. Saben que alguna de todas esas consultas que reciben, en estos días de forma mucho más masiva, pueden ser la clave para una nueva restitución.

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