Nueva escalada de tensión entre la AFA y Estudiantes de La Plata
No hay derrota que duela más que la que no se siente justa. Y esa fue, quizás, la sensación que invadió el vestuario de Estudiantes de La Plata tras su eliminación del Torneo Apertura. Pero el dolor deportivo no viajó solo: vino acompañado de bronca, sospechas y un nuevo capítulo en la ya desgastada relación entre el club platense y la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). En el centro de la escena, dos nombres: Eduardo Domínguez, el técnico que habla sin filtros, y Pablo Toviggino, el dirigente que responde sin sutilezas.
“No nos cuidan”: cuando el silencio pesa más que las palabras
Eduardo Domínguez no hizo declaraciones tibias tras la caída 2-0 ante Rosario Central. Habló con la serenidad de quien se acostumbró a la desventaja, pero también con la convicción de quien ya no quiere callar. "Estamos enfrentando a gente poderosa", lanzó. Y aunque no dio nombres, la frase trazó un mapa claro: hay tensiones, hay cuentas pendientes, y Estudiantes, según él, paga el precio.
“No nos cuidaron”, insistió Domínguez, apuntando al calendario apretado, al escaso descanso (apenas 60 horas entre partidos), al arbitraje de Merlos que —sin afirmar que fue desastroso— “condicionó en un montón de situaciones”. Su crítica no fue solo futbolística. Fue política. Habló de desgaste, de incomodidad institucional, de cómo el ruido en los despachos repercute en la cancha.
“No sé si sirve hablar… pero si no hablás, también te condicionan”, dijo. Una frase que suena menos a queja que a diagnóstico: en el fútbol argentino, a veces, el silencio también juega.
La respuesta de Toviggino: en “X”
El contrapunto no tardó en llegar. Y llegó, como suele ocurrir en estos tiempos, no a través de un comunicado formal, sino desde la trinchera de las redes sociales. Pablo Toviggino, tesorero de AFA y uno de los hombres más cercanos a Claudio "Chiqui" Tapia, publicó una serie de mensajes en su cuenta de X (ex Twitter) en los que mezcló ironía, provocación y acusaciones cruzadas.
"Acusalo con tu papá, Sir Verón", escribió, en referencia a Juan Sebastián Verón, presidente de Estudiantes, con quien Domínguez no mantendría diálogo fluido. Según Toviggino, el silencio entre ambos se explica por un supuesto interés del DT en dirigir a Boca. Más que una crítica, fue un dardo que buscó desestabilizar desde adentro.
Pero no se detuvo ahí. También se burló del empresario estadounidense Foster Gillett, que alguna vez asomó con promesas de inversión y modelo SAD, pero que hoy parece desvanecido. Lo llamó, despectivamente, “hojita de afeitar prófuga”.
Y coronó su descarga con una frase que resume el tono de su intervención: “¿Estás llorando? No, ya sé, te estás lavando los ojos de adentro para afuera”. Todo acompañado por una burla hacia el club en sí: “La Vecindad Inglesa, Estuki”.
Mucho más que un cruce: una pulseada de fondo
Este nuevo encontronazo no es un hecho aislado. Es la expresión más ruidosa de una tensión que lleva tiempo gestándose. Estudiantes es un club que ha sabido plantar bandera frente a ciertas decisiones de AFA, con una dirigencia que no siempre acompañó en silencio. En un fútbol argentino que premia la alineación y castiga la disidencia, esa independencia no pasa inadvertida.
Y Domínguez, con su estilo directo, amplifica un malestar que va más allá de la última derrota. Lo que está en juego no es solo una clasificación ni un calendario. Es la relación entre una institución con historia y peso propio, y una dirigencia que concentra poder como pocas veces antes.
La pelea, claro, se libra en varios frentes: en los despachos, en la cancha, en los micrófonos y —cada vez más— en las redes. Y como suele pasar en estos casos, el gran ausente es el fútbol, que queda atrapado en una trama de egos, rencores y maniobras discursivas que poco tienen que ver con el juego.
Y ahora, ¿qué?
Por ahora, no hay señales de distensión. El cruce Domínguez–Toviggino dejó heridas abiertas.