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Franco Colapinto revoluciona el paddock en Imola: regreso a la F1 con Alpine y sabor a pizza

A veces, los regresos más esperados no vienen con fuegos artificiales, sino con una sonrisa franca, un “ciao, papá” y una broma sobre la pizza. Franco Colapinto volvió al paddock de la Fórmula 1 como quien vuelve a su casa después de un largo viaje. Distinto, más maduro, pero con la misma energía juvenil que lo convirtió en el piloto argentino que todos quieren ver arriba de un auto… y también abajo.

Este fin de semana en Imola, ese trazado que carga leyendas y fantasmas, Colapinto se pone el buzo de Alpine y sale a correr otra vez. Con el corazón encendido y los pies en la tierra. Sabe que no es un juego. Pero lo vive como si cada curva pudiera ser la primera de muchas más.

Un piloto con hambre y con humor

El recibimiento fue cálido y viral. “¡Mirá quién volvió!”, publicó la cuenta oficial de F1 con una bandera argentina y unos ojos abiertos como si anticiparan algo grande. Y sí, lo que volvió no fue solo un nombre en la lista de pilotos, sino una presencia magnética que combina talento con carisma, algo que escasea en el paddock.

X de Formula 1

Apenas pisó el circuito, Franco ya estaba armando show sin proponérselo. Saludó en italiano, se rió, hizo una pausa para decir que había llegado “en el mejor momento para la pizza” y, entre risas, agregó que los tanos “están mejorando, aunque no son mejores que nosotros”. Alguien le regaló un paquete de fideos. Otro le pidió una selfie. Y todos, por un rato, parecieron olvidar que estaban en una de las catedrales del automovilismo para mirar a ese chico de Pilar que camina como si nada, pero carga con el peso dulce de la ilusión de un país.

X de Motor1.com Argentina

Un circuito con memoria, un piloto con historia

Imola no es cualquier lugar para Colapinto. Ahí ganó en F3, ahí volvió a ganar en F2, y ahí vuelve ahora con un Fórmula 1. No es casualidad, es destino. “Manejar un F1 en Imola es algo increíble”, dijo. Y lo dice con la voz serena de alguien que entiende que los momentos únicos no se gritan: se agradecen.

Tiene mucho por delante. Sabe que llega con menos kilómetros que los demás, que está “seis carreras atrás”. Pero también sabe trabajar. Y sobre todo, sabe aprender. Su objetivo inmediato es claro y ambicioso: sumar puntos con constancia, meterse en la conversación, dejar de ser una promesa para convertirse en un hecho.

La emoción de sentirse parte

Lo que más lo moviliza no es solo la velocidad ni el ruido del motor. Es lo humano. “Es súper gratificante sentir que el equipo confía en mí”, contó. Habla de Alpine como quien habla de una familia que recién se conoce pero ya se quiere. Se preparó con simulador, con tests, con horas y horas en la base de Enstone. Pero también con cabeza y humildad. Y eso —en este mundo de egos y contratos— vale más que una décima menos en la vuelta rápida.

X de Colapinto Info

Un fenómeno que cruza fronteras

Desde que asomó en F3, Colapinto encendió algo dormido en los fanáticos argentinos. Hizo que gente que nunca había entendido una grilla, un DRS o una vuelta lanzada, de pronto gritara por él. En F2 ese fervor creció. Y ahora, en la F1, explotó. Hay banderas argentinas en cada circuito, fans que viajan desde cualquier rincón del mundo, gente que lo siente propio aunque nunca lo haya visto de cerca.

Porque Franco tiene eso. Es uno de esos deportistas que no solo se admiran: se quieren.

El calendario que lo espera

Por ahora, hay cinco carreras confirmadas:

🟦 Imola (18/5) 🔵 Mónaco (25/5)España (1/6) 🔷 Canadá (15/6) 🔵 Austria (29/6)

Son las primeras cinco páginas de un libro que él quiere escribir con paciencia y velocidad. Y si todo sale bien —si el talento se alinea con la oportunidad—, ese libro va a tener muchos capítulos más.

“Estoy feliz. Quiero que esto sea un camino largo y por muchos años”, dijo.

Y nosotros también.

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