Citroën Mehari: el simpático rebelde que conquistó caminos, playas y pantallas
Fue presentado el 16 de mayo de 1968, en medio del histórico Mayo Francés, pero no llegó a las calles para protestar: el Citroën Mehari nació para divertirse. Liviano, económico, práctico y con un aire despreocupado, se convirtió en el símbolo de una época donde la libertad también se medía en kilómetros. Con su carrocería plástica lavable, su techo desmontable y una estética inconfundible, este vehículo logró lo que muy pocos: quedar grabado en la memoria colectiva.
Entre 1968 y 1987 se fabricaron 144.953 unidades del Mehari, la mayoría en la planta de Citroën en Forest, Bélgica. También tuvo producción en Francia, España y Portugal. Su nombre proviene de los méharis, los resistentes dromedarios del Sahara, y no es casual: este Citroën podía moverse con soltura en casi cualquier terreno, tal como esos animales nómadas. Su plataforma era la de un Dyane 6, ofrecía entre 28 y 32 caballos de fuerza, y contaba con una carrocería de plástico ABS, tan liviana como resistente.
Práctico, lavable y transformable
Uno de los grandes encantos del Mehari era su versatilidad: podía llevar carga, convertirse en un descapotable en pocos minutos, e incluso sumar dos plazas traseras gracias a un piso rebatible. Su interior se lavaba con una simple manguera y sus 11 piezas plásticas podían repararse con facilidad. En tiempos donde la funcionalidad era clave, el Mehari ofrecía una solución ingeniosa y económica para muchos usos: desde el ocio hasta el trabajo.
Tuvo versiones especiales —como el Méhari Plage, de color amarillo, o el Méhari Azur, con estética playera—, y una versión 4×4 lanzada en 1979 que lo llevó aún más lejos. No era solo un auto simpático: era una herramienta útil para policías, aduaneros, trabajadores rurales y hasta médicos de campaña.
Ícono del cine, la tele y el inconsciente colectivo
El Mehari también tuvo su lugar en la cultura popular. En Francia quedó inmortalizado por Louis de Funès en la saga del Gendarme de Saint-Tropez, pero también cruzó la pantalla en múltiples producciones televisivas. En Argentina, volvió a sorprender en 2024 cuando los fanáticos de El Eternauta —la serie que adaptó el clásico de Oesterheld— notaron su inconfundible silueta recorriendo las calles apocalípticas del relato. Un guiño perfecto a su estética retro-futurista y a su espíritu todo terreno.
Más allá de las pantallas, el Mehari recorrió rutas, playas y serranías. En Córdoba no era raro verlo cargado con tablas de windsurf camino al lago San Roque, o usado como vehículo rural por quienes buscaban algo distinto, práctico y económico.
Un clásico que sigue vivo
Hoy, a más de medio siglo de su debut en un campo de golf francés, el Mehari sigue siendo recordado con afecto. Algunos lo restauran con paciencia, otros lo coleccionan, y hay quienes lo descubren por primera vez. En un mundo donde todo parece más complejo, el Mehari nos recuerda que la simpleza, la libertad y la imaginación también pueden tener ruedas.