Córdoba

El día después del 25: Córdoba en la mira

El historiador Vicente Fidel López pudo combinar su formación académica con sus condiciones personales y lograr algo que pocos: ser un hijo de Mayo en el sentido más amplio. Fue un hijo de Mayo, con mayúsculas, porque fue el vástago de López y Planes, el autor de nuestro Himno y también patriota de aquellos días históricos. Vicente nació en 1815, cuando todo ya estaba consumado. Y desde niño estableció un vínculo estrecho con una vieja amiga de la familia. La mujer en cuestión fue la parda Marcelina Orma, esclava del Obispo del mismo apellido que logró la libertad gracias al maremoto de Mayo. Marcelina era una patriota formada in situ, amante de la gesta de Mariano Moreno y compañía. Su adhesión le permitió comprender el valor y proteger una serie de cartas, algunas sin firma, enviadas por los conspiradores durante aquellos días previos al 25. A la muerte de Marcelina, Vicente descubrió el cofre que contenía las misivas secretas. Misivas que cuentan como nadie la previa del 25 y, sobre todo, lo que siguió a aquellos días. Las cartas tomaron forma de libro que hoy se ha vuelto un incunable: La gran semana de 1810.
A continuación, las cartas de dos amigos enfrentados por la Revolución: el sueño de uno y la pesadilla de otro.

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– Para mí han abierto una brecha funesta en el orden social, en la que no vamos a cosechar sino catástrofes, guerras civiles, odios de los unos contra los otros, confusión de ideas y proyectos sin asiento seguro, innovaciones de cada día, atropellamiento de derechos sagrados, rivalidades mezquinas, gobierno sin respetabilidad y un caos, por último, que será el complemento de la ruina porque acabaremos devorándonos unos a otros y cayendo por fin en manos de un poder extranjero, del inglés quizás, que barrerá de nuestra tierra nuestra lengua, nuestra religión y nuestras familias. La prueba más palpable que usted tiene de esto es la conducta y los procederes de la Junta. Su primer paso es una expedición militar contra Córdoba, donde se ha concentrado el poder de los jefes leales al orden atacado por la innovación del 25 del corriente. Esa expedición es ya un atentado en sí misma, se lo he dicho ayer a Rivadavia. Por lo pronto, el cambio es la guerra civil. Suponer que los pueblos del Interior son enemigos de sus gobernantes porque Buenos Aires no quiere mantener a los suyos es gratuito. Moreno es demasiado apasionado y voluntarioso. Sería un terrible dictador para un conflicto supremo. Es un hombre excesivo y temerario.

La carta no tiene firma. Fue escrita por un opositor a la Revolución y quedó a resguardo en el baúl olvidado de la parda Marcelina. El opositor al movimiento revolucionario le escribe a un amigo que sí es partidario de la gesta de Mayo. Que tampoco deja constancia de su nombre, pero sí de su fe en un futuro soñado:

– Muere el monopolio y comerciaremos libremente con las riquezas de las otras naciones marítimas. Seremos dueños de nuestras rentas y de invertirlas en la prosperidad propia. Servirán ellas para pagar y recompensar americanos. Los hombres ricos del extranjero vendrán a nuestros campos desiertos, como ha dicho muy bien Moreno. Vendrán filósofos y sabios para adoctrinar a nuestra juventud, sobrará el trabajo para los pobres pero me detengo porque delante de todo esto me pone usted el fantasma terrible de la discordia y de la guerra civil. Puede ser, querido amigo, pero las discordias intestinas y la guerra civil no interrumpieron la grandeza y la opulencia siempre creciente de Roma y de Atenas. ¿Quién va a formar gobiernos de ladrones y opresores? ¿Quién va a pensar en organizar familias predominantes ni los cohechos y la corrupción del favoritismo? Yo he hecho la vista por todos nuestros pueblos, conozco toda su familia, todos sus hombres, todos sus deseos, todos sus caracteres. No encuentro esa cizaña de oprobios y de vergüenza que usted teme como resultado de estos sucesos recientes. No los tema usted, nuestro pueblo es moral y viril. Nuestras tropas no se componen y no se compondrán nunca de mercenarios sino de patriotas y paisanos. Nuestros oficiales salen de lo mejor de nuestra familias. Aman al pueblo y tienen la religión de la libertad. ¿Cree usted que la pueden renegar y convertirse jamás en sicarios del despotismo ni en baluarte de mandones y pícaros contra la felicidad pública y contra las libertades del pueblo? Qué esperanza mi amigo, levante su espíritu y conocerá que está engañado y que debe acompañarnos. Reconozca que esa degradación no puede llegar jamás mientras nos mantengamos en el espíritu que nos ha guiado en las operaciones de los días de mayo. Moreno es, en efecto, avispado e impetuoso, pero tiene talento y tanta decisión como claridad en los conceptos que se forma de los sucesos ocurrentes. Su saber no puede ponerse en duda y todo lo hace un verdadero timonel para una época que tiene algo de imprevisto y sorprendente en el momento.

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El optimismo de la fe. El pesimismo de la realidad.

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PD: Vicente Fidel López mantuvo un fuerte enfrentamiento con Bartolomé Mitre por el modo que ambos definían a la historia como interpretación del pasado. Mientras Mitre sostenía que la historia era una ciencia, para López se trataba de un arte. En base a su hipótesis, compuso y publicó a fines del Siglo XIX este libro que, pasados más de 100 años, aun genera discusiones sobre su autenticidad. López, en base a su postura sobre el concepto artístico de la historia, aun en este 2025 mantendría la idea de que se trataban de cartas reales.

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