Córdoba

¿Alguien sabe lo que son las tierras raras?

"Pas på de sjældne jordarter," susurra Rasmus, el imperturbable subsecretario permanente del Ministerio de Exteriores de Dinamarca en la serie Borgen: Reino, poder y gloria (2022). Lo hace en danés para no ser interceptado por su interlocutor. La advertencia, “cuidado con las tierras raras”, va dirigida a su jefa, la poderosa canciller Birgitte Nyborg, que en ese momento enfrenta al embajador chino por el hallazgo de recursos estratégicos en Groenlandia. La tensión crece cuando, al retirarse Rasmus, el diplomático asiático responde en un danés impecable: Nyborg entiende que, en negociaciones críticas, ningún idioma blinda del todo a los propios intereses.
La escena introduce una pregunta urgente y poco discutida de nuestra era (tan tecnológica y energética).

¿Qué son, en realidad, las tierras raras?

Referimos a un grupo de 17 elementos químicos -la familia de 15 lantánidos (derivados del primero indicado, lantano) más el escandio y el itrio. Poseen propiedades que los tornan aptos para usos electrónicos, magnéticos y ópticos. Se los emplea en tecnologías de punta: teléfonos inteligentes, autos eléctricos, turbinas eólicas, fibras ópticas, imanes permanentes, reactores nucleares y hasta sistemas de defensa.
En la tabla periódica, estos elementos ocupan el “bloque f”, un renglón ubicado en la parte inferior que cuando la profe de química intenta describir, el alumnado protesta (y la explicación se pierde). Su “rareza” no se debe a su escasez, sino a la dificultad de su extracción: suelen aparecer mezclados entre sí, en bajas concentraciones, dentro de otros minerales. Exigen procesos costosos y contaminantes para su separación.

¿Cómo los llaman en otros idiomas?

En inglés son conocidos como rare earths o rare earth elements (REEs). En francés, terres rares. En alemán, Seltene Erden. El término se remonta al siglo XVIII, cuando los químicos europeos lograron aislar nuevos óxidos metálicos (llamados entonces “tierras”) de minerales desconocidos. Por las dificultades para purificarlos, amén de su escasez en Europa, se los etiquetó como “raros”.
Hoy sabemos que el cerio, por ejemplo, es más abundante que el cobre. Pero su localización, concentración y procesamiento siguen siendo complejos.

¿Quién las produce y quién las controla?

China produce más del 60% de las tierras raras a nivel mundial y refina más del 85%. Es líder en la cadena de suministro (desde la minería hasta la fabricación de componentes). Estados Unidos, Australia, Vietnam tienen explotaciones activas. Brasil, Rusia o India poseen grandes reservas (todavía no tan explotadas).
Se recuerda la crisis por la reducción deliberada de exportaciones chinas a Japón en 2010, en plena disputa bilateral. Desde entonces, las grandes potencias procuran diversificar proveedores, desarrollar nuevas tecnologías de extracción o reciclar residuos electrónicos como sustitutos

¿Qué son jurídicamente las tierras raras?

Legalmente las tierras raras no constituyen una categoría autónoma. Se incluyen dentro del régimen general de los recursos minerales no renovables. En Argentina, están clasificadas como sustancias de primera categoría en el Código de Minería. Su exploración y explotación requieren concesión estatal.
El artículo 124 de la Constitución Nacional asigna a las provincias el dominio originario de los recursos naturales, con lo que cada jurisdicción tendrá participación en la fijación de condiciones. Internacionalmente, no existe aún un marco jurídico específico para las tierras raras, aunque se las considera minerales críticos en función de su rol clave en la transición energética y la soberanía tecnológica.

¿Entre dos tierras?

"Entre dos tierras estás / y no dejas aire que respirar…", cantaban los Héroes del Silencio a comienzos de los años noventa. Recuperamos la frase para iniciar una reflexión: ¿puede seguir hablándose hoy de que ciertas tierras sean “raras”? ¿tiene proyección este criterio sobre los territorios? ¿éstos se clasificarán en “raros” o “no raros”? ¿se está configurando un nuevo tipo de colonialismo, con base en minerales de un acceso diferente, esenciales para el paradigma productivo y de consumo actual?
Detrás del lenguaje técnico, emerge un patrón conocido: la carrera por conquistar zonas ricas en recursos estratégicos, por ahora sin necesidad de ejércitos, con empresas, convenios y dependencia tecnológica. La propuesta del presidente Donald Trump de comprar Groenlandia a Dinamarca no fue una excentricidad sin contexto. Tampoco, el reclamar acceso a las reservas de tierras raras ucranianas, en el marco de la asistencia norteamericana a Kiev en la guerra que sostiene contra Rusia.
En paralelo, Estados Unidos presionó a Ucrania para impedir que empresas chinas compraran fabricantes de componentes tecnológicos, incluyendo proveedores con acceso a minerales estratégicos. En África, empresas europeas y asiáticas explotan yacimientos diversos, y hay reclamos por las precarias condiciones ambientales y laborales. ¿Será que la transición energética del hemisferio norte depende, cada vez más, de recursos que yacen al sur del Ecuador?
En ese tablero, Argentina se encuentra entre dos tierras: por un lado, la posibilidad de aprovechar su potencial geológico; por otro, el riesgo de quedar atrapada en un modelo extractivo sin valor agregado, acatando decisiones estratégicas dictadas fuera del país.

¿Qué hacemos?

Argentina tiene reservas identificadas de minerales raros, aunque no posee aún una industria ni una política nacional específica. Algunos proyectos mineros de litio o uranio incluyen elementos de tierras raras como subproductos, pero no se los procesa ni se los comercializa con autonomía.
Frente a esta situación, el país tiene la oportunidad de desarrollar capacidades tecnológicas locales, crear marcos normativos que prioricen la sostenibilidad y la soberanía, e integrar una cadena de valor regional que no se limite a la extracción. También puede aproximarse a otros países del hemisferio en un debate internacional sobre el uso transparente y sostenible de estos minerales.
En lo cotidiano, tal vez haya llegado el momento de dejar de ver la tabla periódica como un póster de aula, y empezar a conocerla como lo que es: una clave para entender significativos rumbos sociales, ambientales, económicos, jurídicos y políticos del siglo XXI.
Porque al final del día, como advertía el diplomático danés a la inolvidable Nyborg, las tierras raras no son sólo un asunto técnico: representan un campo de disputa, cada vez más explícito, entre poder, tecnología y dependencia

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