Córdoba

El episcopado reclama al Gobierno: las personas con discapacidad “no pueden esperar”

Una semana después de reclamar al gobierno de Javier Milei que cese la represión de las fuerzas de seguridad en las movilizaciones por los jubilados, la Iglesia formuló un severo llamado de atención sobre la situación que padecen las personas con discapacidad.

En medio de recortes presupuestarios y restricciones al acceso a tratamientos y prestaciones, la comisión ejecutiva del Episcopado advirtió que “las personas con discapacidad no pueden esperar”. Del mismo modo, hubo expresiones de apoyo en la Iglesia a los afectados por las medidas de ajuste que afectan a las poblaciones que se atienden en los hospitales públicos.

Al pronunciamiento de la Conferencia Episcopal Argentina, que preside el arzobispo de Mendoza, monseñor Marcelo Colombo, se sumó el abrazo simbólico a hospitales encabezado por el arzobispo de Córdoba y vicepresidente primero del Episcopado, cardenal Ángel Rossi, uno de los cuatro cardenales argentinos que a comienzos de este mes participó del cónclave que eligió al papa León XIV.

Abrazo solidario de la Iglesia Católica en el Polo Sanitario

Estas campañas de cercanía y solidaridad se llevan adelante en los días previos a la colecta anual de Cáritas, que la Iglesia realizará el fin de semana próximo en todo el país, para solventar programas de ayuda en medio de la crisis.

En 2024, el brazo solidario de la Iglesia recaudó $10.778 millones en la colecta anual, que fueron distribuidos proporcionalmente en las 67 diócesis del país para financiar programas de promoción humana, ayuda inmediata y asistencia en situaciones de emergencia, como los incendios en Cruz del Eje, Esquel y amplios sectores de la provincia de Corrientes.

Al rescate de la dignidad

“Es necesario que rescatemos a la persona y su dignidad, que la pongamos en el centro de nuestros intereses, de nuestros servicios, y proyectos”, expresó el Episcopado en el comunicado en el que expresan los reclamos en favor de las personas con discapacidad.

Hace unos días tomó estado público la reacción del director de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), Diego Spagnuolo, quien en un diálogo con la madre de un niño autista que le planteó su preocupación por la desfinanciación de las políticas de discapacidad. “Si vos tuviste un hijo con discapacidad, ese es problema de la familia, no del Estado. ¿Por qué yo tengo que pagar peaje y ustedes no?”, le recriminó el funcionario.

“Ante el desconcierto y desamparo de muchos hermanos y hermanas con discapacidad, los obispos de la comisión ejecutiva queremos hacernos cercanos a sus dolores e inquietudes y a las de sus familias. Una dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en su propio ser, le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier estado o situación en que se encuentre”, expresa la declaración de los obispos. Además, reclaman la necesidad de que las personas deben estar “en el centro de nuestros intereses, de nuestros servicios y proyectos”.

Afirman, en ese sentido, que el acceso a servicios esenciales, como la salud, la rehabilitación, la educación, el acompañamiento profesional y los apoyos necesarios para la vida cotidiana de las personas con discapacidad, “se han vuelto inciertos y limitados”. Añaden que El esfuerzo cotidiano de las familias que los acompañan muchas veces se realiza en soledad, sin el reconocimiento suficiente de la sociedad ni el apoyo adecuado del Estado”.

Los obispos transmiten en el documento su sorpresa al constatar “el desconocimiento y desinterés hacia la realidad de la discapacidad, la cual debería ser una prioridad ineludible de toda política pública”. Y llaman “a la reflexión a quienes, desde el ámbito del gobierno nacional, deben apoyar con los recursos necesarios para que el área de la discapacidad pueda cumplir con responsabilidad y eficacia su tarea”.

Afirman, finalmente, que “el cuidado de las personas con discapacidad no puede ser postergado, ni subordinado a otras urgencias: es un deber ético, una exigencia de justicia y un acto de humanidad”.

“Frente al dolor y la angustia de tantos hermanos y hermanas concretos deberían evitarse actitudes y expresiones que lastiman, esos lenguajes despreciativos, por momentos no exentos de crueldad, que atentan seriamente contra aquella unidad que tanto necesitamos como pueblo, para ponernos la patria al hombro, para salir adelante”, concluyen los obispos.

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