Trump, sin Musk y contra las universidades
Donald Trump sigue manejando su país a los volantazos, con permanente riesgo de chocarlo. Ahora se peleó con la universidad más prestigiosa de los Estados Unidos y perdió a su asesor estrella.
El miércoles pasado renunció Elon Musk con duras críticas al proyecto fiscal y de presupuesto enviado por el gobierno. De esta manera el magnate deja de estar al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE por su sigla en inglés), lo que era el equivalente a la motosierra de Milei en Argentina.
El dueño de la red social X, de Tesla y de SpaceX entre otras empresas, ahora dice que se dedicará de lleno a ellas porque se sintió defraudado. Los dos empresarios ya habían tenido sus desencuentros en el pasado, pero en estos primeros meses de mandato, Musk formó parte del círculo íntimo del presidente.
Ahora, enojado, se despachó contra su ex jefe: "Francamente, me decepcionó ver el enorme proyecto de ley de gastos, que aumenta el déficit presupuestario, no solo no lo reduce, y socava el trabajo que está realizando el equipo de DOGE".
Durante su gestión, Musk tuvo muchos problemas dentro del gobierno, y también muchos litigios en torno a su versión de la motosierra, pero en particular por su decisión de desfinanciar y hasta cerrar el Departamento de Educación. “Sabía que había problemas, pero realmente es una batalla cuesta arriba tratar de mejorar las cosas en Washington, por decir lo menos”, dijo.
Caso ejemplificador, pero suicida
Por otra parte, el presidente Trump avanzó esta semana en su guerra contra la educación, al cancelar 100 millones de dólares en contratos que tenía la administración pública con la alta casa de estudios. El gobierno ya congeló antes cerca de 3.200 millones de dólares en subvenciones y contratos con Harvard y también intentó eliminar su capacidad para recibir estudiantes internacionales, medida que fue bloqueada temporalmente por un tribunal.
Todo esto, presentado por Trump como una defensa de los derechos civiles, acusando a Harvard de aplicar criterios raciales en sus procesos de admisión, de promover ideologías “woke”, valores liberales que considera contrarios al "interés nacional", y de tolerar conductas antisemitas en el campus. El conflicto comenzó con las manifestaciones de estudiantes contra el genocidio que lleva adelante Israel contra el pueblo palestino y usa a Harvard como caso ejemplificador para el resto del sistema universitario.
En ese sentido, Trump había reclamado a la universidad que le entregara verdaderas listas negras con los nombres de los estudiantes y profesores que manifestaban por los derechos humanos de los palestinos, a lo que se negaron las autoridades universitarias. “Todavía estamos esperando las listas de estudiantes extranjeros de Harvard para determinar cuántos lunáticos radicalizados, todos ellos alborotadores, no deberían volver a entrar al país”.
Se trata de, quizá, la universidad más prestigiosa de Estados Unidos, ubicada en la ciudad de Boston estado de Massachussets. Desde hace semanas, Harvard no puede recibir a estudiantes extranjeros, lo que no solo es un problema inmenso para esas personas, sino que también genera un hueco financiero enorme para la institución, que ya también ha acudido a la Justicia para que ponga freno a lo que considera un avasallamiento a su autonomía universitaria, garantizada por la primera enmienda de la constitución.
Empecinado en esta verdadera guerra contra la educación de su país Trump dijo que su gobierno “al final, ganará” la batalla contra Harvard, en esto que parece ser un escarmiento para las otras universidades. El objetivo final es reforzar el control sobre las universidades del país, atacando su salud financiera. “Estoy considerando quitarle 3.000 millones de dólares en subvenciones a una Harvard muy antisemita y dárselos a escuelas de oficios en todo nuestro país”, remarcó.
Así las cosas, chocar el país parece solo una cuestión de tiempo. Mientras su gran competidor, China, sigue apostando por la educación por el desarrollo tecnológico y por seguir incorporando a millones de personas a la formación y al mundo laboral, Trump hace todo lo contrario en su país.