Padre desesperado denuncia que su hijo está atrapado en la presunta secta Amatreya
La provincia de Córdoba, con sus espacios y valles serranos, alejados de la gran ciudad y rodeados de naturaleza, son escenarios perfectos para líderes de comunidades para “la transformación espiritual”.
En el programa Fuerte y Claro, por SRT Media, entrevistaron a un padre que tiene su hijo dentro de la comunidad Amatreya y ha presentado una nueva denuncia señalando a la organización como secta coercitiva.
El denunciante es un ex integrante de Amatreya, un grupo de aproximadamente 60 personas que viven retraídos en un campo de unas 400 hectáreas rodeadas de sierras, en la zona del Valle de Paravachasca, cerca de la ciudad de Alta Gracia, a unos 60 kilómetros al sur de la capital cordobesa.
La comunicación institucional de esta comunidad se caracteriza por prácticas como la medicina natural, dietas veganas, agroecología y autosustentabilidad, por lo que se encuentran casi completamente desconectados del mundo exterior.
“Son solo un ejemplo de la gravedad de la permanencia de mi hijo en esta secta ya que expone a riesgos su salud física, psíquica y emocional. Yo he vivido en esta organización y se las cosas horribles que suceden ahí adentro”, señaló.
Todo comenzó en los campos de Amatreya, en el denominado Kilampá, cerca de Cura Brochero, en Traslasierra. Allí ingresaron como familia, una pareja y su hijo. Él pudo salir y denunciar esta situación.
“Desde el año 2020, el juez de primera instancia de Cura Brochero, José María Estigarribia, tiene una demanda presentada por mi L.R. exponiendo mi oposición a la permanencia de mi hijo A.L. en los campos de la secta Amatreya, él vivía en el campo denominado Kilampá. Así mismo pedí el cuidado personal de mi hijo. En el mayo de 2025 la madre de mi hijo se muda al campo de Amatreya en Alta Gracia junto a él. El juez decidió enviar el expediente a la jurisdicción de Alta Gracia”, relató.
La comunidad en la zona de Alta Gracia está constituida como una asociación civil sin fines de lucro. Según la propia información de la comunidad, Amatreya está compuesta por niños, adultos y ancianos que eligen formar parte de la misma. Todos los bienes están bajo el dominio de la asociación, y por ende todos sus miembros o socios son dueños de dichos bienes.
“El Emprendimiento Amatreya forma parte del movimiento surgido en muchos lugares del Planeta para conformar pueblos o pequeñas ciudades donde se organiza una forma de vida autosuficiente, con nuevos paradigmas en la forma de relacionarse y organizarse, proporcionando la posibilidad de adecuarse a la situación planetaria donde toda la estructura formada en base a la explotación de recursos no renovables en el Planeta está a punto de desmoronarse y producir un gran caos en las vidas de sus habitantes”, reza uno de los propósitos que pueden encontrarse en la página oficial del “Proyecto Amatreya”.
La superficie del proyecto es encomiable, pero -según la denuncia- en la profundidad de la comunidad se encuentra la pérdida de individualidad, liderazgo espiritual autoritario, aislamiento social, construcción de una realidad paralela, narrativa de sacrificio, falta de vida fuera del grupo, y desconexión de la vida cotidiana.
En declaraciones a Canal 10, radio Universidad y 102.3, el denunciante recordó que la cooptación de fieles son las terapias alternativas y los voluntariados.
Los dirigentes apuntados son Rosa María Zamora Martín – Alias Amura – y Andrés Eugenio Torres Aliaga – Alias Eleodhor -.
“No envían a los niños al colegio, no lo vacunaban, no le permitían comer proteína animal, le ponían nombres espirituales, le aplicaban terapias alternativas y sanaciones”, describió el denunciante.
No es la primera vez que la comunidad de Amatreya está relacionada con una posible secta. En el año 2009, se relacionó a la organización con una serie de abandonos escolares por parte de niños en una escuela de Villa Los Aromos, una localidad cercana al campo donde está ubicada la comunidad. En esa ocasión, alrededor de 11 menores dejaron de asistir a la escuela local y fueron ubicados como miembros de la comunidad, que los habría recibido en guarda judicial. Durante más de un año, los niños no asistieron al colegio.
Este caso no tuvo una resolución particular ya que los niños se encontraban efectivamente bajo guarda judicial, ya que se trataba en su mayoría, de menores provenientes de familias en conflicto.
A partir del denominado caso de “Los 11 niños de Amatreya”, en la provincia de Córdoba se sancionó la ley N° 9891, el “Programa de Prevención y Asistencia a las Víctimas de Grupos Usan Técnicas de Manipulación Psicológica”, impulsada por la legisladora Nadia Fernández.
Actualmente, por decisión del fiscal penal de turno y SENAF, el niño se encuentra, junto a la madre, en el campo de Amatreya y “solo cuatro días por mes” visita al padre.