El inicio de Ni Una Menos en Córdoba: a 10 años del primer grito, la urgencia continúa
Este 3 de junio se cumplen diez años de la primera marcha de Ni Una Menos. En Córdoba, once mujeres*, comunicadoras y artistas, se reunían movilizadas por el dolor, por la bronca, por la impotencia, por el compromiso ante numerosos casos de violencia de género en su máxima expresión que, por esos días, se intensificaban: los femicidios.
Los crímenes de Paola Acosta y el intento de filicidio de su hija, Martina, en el 2014 por parte de Gonzalo Lizarralde; y el de Andrea Castana, en Carlos Paz, que, aún, sigue sin justicia ni detenidos, fueron dos de los casos más resonantes, motores que activaron la conformación del colectivo Ni Una Menos en nuestra provincia.
No sabían cómo hacerlo. No sabían si iban a tener apoyo. No sabían que ese movimiento, que convocó ese 3 de junio del 2015 a la primera marcha multitudinaria bajo la consigna "Ni Una Menos. Vivas nos queremos. El Estado es responsable", iba a trascender fronteras. No sabían que, seis años después, ese reclamo continuaría vigente.
El femicidio de Chiara Páez, -una adolescente asesinada por su novio en Rufino, provincia de Santa Fe- fue lo que impulsó fijar al 3J como fecha de la primera movilización, en Buenos Aires y las principales ciudades del país, Córdoba entre ellas.
La periodista Marcela Ojeda dio el puntapié el 11 de mayo de ese año, -un día después del asesinato de Chiara- al escribir en Twitter: "Actrices, políticas, artistas, empresarias, referentes sociales… mujeres, todas, bah… no vamos a levantar la voz? NOS ESTAN MATANDO".
El apoyo se hizo sentir y la organización no se hizo esperar. En Córdoba, agrupaciones y partidos políticos adhirieron a la iniciativa del colectivo, conformándose la Asamblea Ni Una Menos.
En esos inicios se realizaron múltiples actividades: maratones de lectura, jornadas de bordados y tejidos con los nombres de las víctimas, fanzines, esténciles en los sitios donde fueron encontradas sin vida las mujeres de Córdoba, entre otros.
No estuvimos solas. El acompañamiento y aval de instituciones, ONGs, partidos, artistas, universidades y otras entidades fueron un gran pilar.
Hoy, diez años después de esa primera gran convocatoria -que se gestó en poco más de tres semanas y reunió a 500 mil personas de todo el país- el movimiento se ha extendido a una treintena de países de Latinoamérica, Europa y Asia.
Hoy, diez años después, las demandas para paliar la violencia machista siguen siendo muchas: mayor presencia, asistencia y recursos por parte del Estado, exigiendo a nuestros representantes nacionales, provinciales y municipales un involucramiento real, con políticas de prevención, educación, asesoramiento, amparo y resarcimiento para las víctimas, sobrevivientes y sus familias; que se aplique la Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles educativos, sin trabas, ni cuestionamientos, ni oposiciones; que con la Ley Micaela se siga capacitando al sector público.
Las deudas como sociedad, también, son varias.
Es necesario evitar juzgar los silencios, provocados por miedos en los entornos de violencias.
Es necesario empatizar desde el sostén y la solidaridad.
Es necesario, cada vez más, comprometernos y preocuparnos por quienes tenemos al lado.
Si bien han habido avances en estos diez años, las cifras en Argentina paralizan: desde el 1 de junio de 2015 hasta el 30 de mayo de 2025, se registraron 2.589 femicidios, femicidios vinculados y trans/travesticidios en la Argentina, según relevó MuMaLá.
Por su parte, el Observatorio de Femicidios de Argentina coordinado por La Casa del Encuentro detalla que hubo 109 víctimas entre enero y mayo del 2025.
Por todo ello, las demandas eran, y siguen siendo, un reclamo diario urgente.
La urgencia continúa también en la Justicia, quienes más que nadie deben aplicar la perspectiva de género en sus fallos.
La urgencia continúa en cada una de las mujeres violentadas que anhelan, desean huir, escapar de sus agresores para salvar sus vidas, y no saben cómo.
La urgencia continúa en la crianza de nuestros hijos e hijas, para que sepan amar y respetar en igualdad a quienes los rodean, de niños y de adultos.
La urgencia continúa en dejar de mirar para el costado. Un llamado o denuncia anónima puede salvar la vida de una mujer.
La principal demanda era, y continúa siendo, un grito desgarrador: ¡Paren de matarnos! ¡Ni Una Menos!
* El colectivo Ni Una Menos Córdoba fue conformado en sus inicios por Julieta Fantini, Natalia Ferreyra, Patricia Cravero, Rocío Paulizzi, Eloísa Oliva, Laura Giubergia, Juliana Rodríguez Salvador, Emilia Casiva, Leticia Ressia, Carla Barbero y, quien suscribe, Yanina Babiachuk.