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Donald Trump en su hora más oscura

Donald Trump pasa por su peor momento, y trata, como de costumbre, de salir para adelante, sin amilanarse y redoblando sus apuestas. Por un lado, en política interna, el caso Epstein lo complica cada vez más, restándole apoyos internos. Sus promesas incumplidas de transparencia en torno a su relación con el multimillonario pedófilo Jeffrey Epstein, han generado críticas fuertes dentro del propio Partido Republicano. Ante esto, lejos de mostrar los documentos que no aparecen, Trump replicó diciendo que no necesita su apoyo.

En materia comercial, la guerra de aranceles ahora se centra con Brasil, amenazando con subirlos al 50 por ciento en represalia por lo que él considera una “persecución política” contra el ex presidente Jair Bolsonaro. Desde el Tribunal Superior de Justicia de Brasil le respondieron con la imputación al líder neofascista, por intento de golpe de Estado en enero de 2023 y pedidos de penas que podrían llevarlo a prisión hasta por 40 años. El presidente Lula da Silva, cuando se enteró de las amenazas de Trump y los motivos, pensó que era una fake news. Tan es así que tuvo que llamar a Itamaraty (la cancillería brasileña) para que le confirmaran que era cierto, más allá del grado de absurdo en materia diplomática. La respuesta fue un decreto firmado por Lula que deja vía libre a la reciprocidad en materia de aranceles a las importaciones estadounidenses. Pero la respuesta más contundente desde le estrictamente político se verá este lunes 21 en Santiago de Chile durante la Cumbre en defensa de la democracia y contra el extremismo. Además del anfitrión, Gabriel Boric, participarán del evento el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, y los jefes de Estado de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, Colombia, Gustavo Petro, y de Uruguay, Yamandú Orsi.

Giro de timón en Ucrania

En torno a la guerra de Ucrania, el presidente estadounidense ahora da un volantazo y tensa la relación con su par ruso, Vladimir Putin. Esta semana lanzó la amenaza de que, si en 50 días no pone fin a la guerra, elevará los aranceles comerciales a Rusia al 100 por ciento.

Llama la atención esta jugada, por varios motivos, primero porque contrasta con su primera actitud apenas asumió su segundo mandato, con acercamientos a Putin y duros cuestionamientos a Volodimir Zelenski. Llegó a humillarlo públicamente en una reunión en la Casa Blanca, y le dijo de todo: inútil, corrupto y hasta dictador. Pero la marioneta de Occidente mostró su lado díscolo y se negó a negociar el fin de la guerra con Rusia, aupado, eso sí, por una Europa que tampoco está respondiendo a pie juntillas a los caprichos de Trump.

Y ahora, esta reacción, este giro abrupto, esta política exterior zigzagueante y desconcertante, que no hace más que hacer perder credibilidad ya no solo a Trump sino a Estados Unidos. No sólo son las amenazas a Rusia, sino el anuncio de la entrega de misiles interceptores Patriot a Kiev, y, quizá, misiles de largo alcance para atacar Moscú o San Petersburgo.

Eso sí, los misiles los pagará la OTAN, es decir, en gran parte los países europeos, y aquí puede estar la explicación a este cambio de estrategia. Ahora se explica por qué en la última cumbre de la OTAN Trump puso tanto énfasis en aumentar el presupuesto destinado por cada país miembro al armamento, llevándolo al 5 por ciento del PIB.

El negocio es redondo, ya no sólo Estados Unidos se quedó con la energía y las tierras raras de Ucrania, sino que ganará miles de millones vendiendo su armamento para una guerra que continuará, y que pagarán los países europeos. El complejo militar industrial entra en escena con toda su dimensión.

La imagen de aquel Trump que, en vez de iniciar, terminaba las guerras, al tacho de basura de la historia.

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