Córdoba

La amargura del arquero Pirata y la necesidad de enfocarse en Independiente Rivadavia de Mendoza

La derrota en casa siempre duele, y para Belgrano no fue la excepción. El arquero del equipo, visiblemente afectado, compartió sus impresiones tras el partido, destacando la "tristeza" por no haber podido ganar ante su gente, una ilusión que tenían muy grande. El encuentro, según su análisis, fue un "partido de un gol"; quien lo hiciera, se lo llevaba. Aunque ambos equipos tuvieron situaciones, fueron los "detalles" los que terminaron inclinando la balanza a favor del rival.

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El momento más crítico y determinante del partido, el gol en contra, tuvo una particularidad que marcó la impotencia del guardameta. Describió la jugada como una secuencia en la que la visión le fue completamente obstruida. "Ni siquiera la veo cuando golpea, no lo veo. Creo que pasa dentro de tres jugadores y recién veo la pelota cuando entra al área", explicó, dejando en claro que no tuvo tiempo ni posibilidad de reaccionar. Subrayó que, de haberla visto, la distancia del remate le habría permitido "hacer algo más", pero la pelota simplemente "no la ve cuando sale". Esta falta de visibilidad en el instante clave fue fundamental para que el gol se concretara sin que pudiera intervenir.

Más allá del resultado adverso, el arquero se mostró "muy cómodo" en el club y destacó el excelente trato recibido: "me han tratado 10 puntos". Esta comodidad personal, según sus palabras, se traslada directamente al campo de juego. Su llegada a Belgrano está marcada por una "ambición muy grande", calificando al club como "hermoso" y expresando su deseo de "estar mucho tiempo acá".

En un partido donde tuvo "buenas intervenciones", incluyendo un "duelo" clave que ganó ante un delantero de jerarquía del fútbol argentino, el arquero puso de manifiesto que, a pesar de las actuaciones individuales, la primacía es siempre del colectivo. "Cuando lo colectivo no sale, este se va muy triste porque está por encima de cualquier cosa individual", sentenció, resaltando la importancia del rendimiento del equipo por sobre cualquier logro personal. La desazón, entonces, no es solo por la derrota, sino por la imposibilidad de que el esfuerzo grupal rindiera sus frutos.

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