Deportivo Riestra, conocido como "El Malevo", se ha consolidado como un equipo imbatible en su estadio Guillermo Laza, acumulando un impresionante invicto de 22 partidos. Esta racha se extiende por más de un año sin perder en casa, siendo su última derrota el 24 de mayo de 2024, cuando cayó 2-0 ante Rosario Central.
El estadio Laza, que originalmente no reunía las condiciones necesarias para la primera división debido a su reducida capacidad, se transformó en una verdadera "fortaleza" gracias a la "complacencia de la AFA". Esta situación se facilitó por la "relación fluida" entre Claudio Tapia, presidente de la AFA, y Víctor Stinfale, máxima autoridad del club del Bajo Flores. Recientemente, el estadio fue ampliado con la construcción de dos tribunas cabeceras, cada una con capacidad para 4000 personas. Bajo la dirección de Gustavo Benítez, y continuando la buena campaña de local iniciada con Cristian Fabbiani, Riestra se ha acostumbrado a manejar bien los "resultados cortos y desarrollos cerrados".
Sin embargo, este dominio local viene acompañado de constantes polémicas arbitrales. El último triunfo por 1-0 sobre Atlético Tucumán, en la tercera fecha del Torneo Clausura, no fue la excepción. El gol de Riestra llegó a los 33 minutos del segundo tiempo, producto de un penal controvertido. El volante de Atlético Tucumán, Adrián Sánchez, impactó en la pierna de Alexander Díaz en un intento de despeje. Si bien el árbitro Héctor Merlos sancionó el penal tras chequear la acción en el VAR, y Jonathan Herrera lo convirtió en el 1-0 definitivo, las quejas no tardaron en llegar. Lucas Pusineri, director técnico de Atlético Tucumán, expresó su disconformidad, señalando: "Puedo ver que hay un contacto, pero no hay intención de hacer un foul". No obstante, los expertos aclaran que en este tipo de jugadas "no se juzga la intencionalidad, sino la fuerza y brusquedad del impacto" que provoca la caída del jugador. A pesar de esto, y aunque se puede considerar que Riestra no fue directamente beneficiado por la sanción de este penal en particular, la controversia general sobre la "tolerancia" que muestran los árbitros con sus "infracciones duras y agresiones" persiste.
El punto más álgido de la polémica en este partido fue una agresión sin castigo que pudo haber cambiado drásticamente el rumbo del encuentro. El delantero de Riestra, Braian Guille, aplicó un codazo en el rostro al defensor Miguel Brizuela cuando la pelota ya no estaba en disputa. A pesar de la clara agresión, Merlos no cobró absolutamente nada, e incluso, con un gesto de la mano, le indicó a Brizuela que se levantara, permitiendo finalmente que fuera atendido por el golpe en la boca.
Lo más llamativo es que el VAR, de manera "sugestiva", tampoco intervino para avisar al árbitro de la situación. Si Merlos no advirtió la acción, el VAR debió haberlo hecho. Esta acción merecía la expulsión de Guille cuando apenas se disputaban 15 minutos del primer tiempo, lo que, sin duda, "podría haber tomado otro rumbo" en el desarrollo del partido. Esta falta de rigurosidad de los árbitros con intervenciones que "merecerían ser castigadas con tarjeta amarilla o roja" es una queja recurrente cuando se trata de Deportivo Riestra.
En resumen, mientras Deportivo Riestra continúa haciendo de su estadio una fortaleza inexpugnable, su éxito en el campo de juego se ve constantemente ensombrecido por señalamientos sobre decisiones arbitrales dudosas y una notable tolerancia hacia su estilo de juego físico y a menudo agresivo, lo que alimenta el debate sobre si su "imbatibilidad" se debe únicamente a su mérito deportivo o si cuenta con una "complacencia" arbitral que allana su camino.