No es antisemitismo, es genocidio
La mentira del antisemitismo se cae a pedazos ante la evidencia de las masacres que lleva adelante Israel contra el pueblo palestino, pero también ante la voz que se alza de tantos y tantos judíos, dentro y fuera del propio Israel.
En los últimos dos días 111 personas murieron y de ellas, 91 fueron asesinadas por soldados israelíes mientras buscaban ayuda humanitaria, según el Ministerio de Salud de la Franja de Gaza. También hubo 820 heridos, 666 de ellos mientras buscaban alimentos. Y esto es así cada día, ante el avance de una hambruna que podría generalizarse según la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Todo esto muestra dos cosas: que Israel está usando el hambre como arma de guerra, por un lado, y por otro lado que está buscando (y logrando) hacer imposible la vida en Gaza, lo que es lo mismo que decir que está buscando deliberadamente un exterminio. Y eso, en buen lenguaje, tiene una sola palabra que lo define: GENOCIDIO.
Es un neologismo que pertenece a un lingüista judío polaco llamado Rafael Lemkin, quien quedó impactado con la expresión de Winston Churchill, quien ante el Holocausto dijo que era un crimen sin nombre. Pues, si no tenía nombre, había que buscarle uno, y Lemkin, quien había perdido a toda su familia en los campos de Auschwitz y Birkenau, se abocó a buscar ese nombre. Como lingüista y filólogo, encontró esta palabra, que tiene una parte que en griego significa pueblo o etnia (geno) y otra parte que en latín significa matar, exterminar (cidio).
Esta semana, cinco rectores de universidades israelíes le enviaron una carta al primer ministro, Benjamín Netanyahu, acusado como responsable de genocidio por la Corte Penal Internacional. Los rectores de la Universidad de Tel Aviv, la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Instituto de Ciencias Weizmann, el Instituto de Tecnología de Israel y la Universidad Abierta de Israel, piden al primer ministro que instruya al ejército israelí y a otras fuerzas de seguridad a “intensificar sus esfuerzos, independientemente de la gran responsabilidad de Hamas y otros factores, para resolver el terrible problema del hambre que prevalece en Gaza, que afecta gravemente a personas inocentes, incluidos niños y bebés”.
“Como nación víctima del terrible Holocausto en Europa, tenemos el deber especial de actuar con todos los medios a nuestro alcance para prevenir y abstenernos de causar daños crueles e indiscriminados a hombres, mujeres y niños inocentes”, agregan los rectores, al tiempo que acusan a ministros y parlamentarios israelíes que “fomentan la destrucción deliberada de la Franja de Gaza y el desplazamiento de civiles”. “Este es un llamamiento claramente inmoral a llevar a cabo actos que, en opinión de juristas de alto nivel en Israel y en todo el mundo, constituyen crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad”, terminan diciendo.
Viniendo al nivel nacional, también esta semana hubo una declaración contundente del Llamamiento Argentino Judío que tiene como título: “Basta de ocupación, limpieza étnica, crímenes de guerra y genocidio en Gaza”.
Allí, este colectivo del ala progresista de la comunidad, dice claramente: “La urdimbre de lo judío se ha desdoblado, tanto en el país de Israel como en las comunidades que conformamos, dispersas en Occidente… Unos quienes, con diversos grados de apreciaciones, se hamacan en el expansionismo mítico, quizá sin descubrir en él la punta de un iceberg que significa la desaparición intencional de un pueblo… La otra vertiente del judaísmo, en la que se siente integrado el Llamamiento Argentino Judío, se recuesta en la tradición humanista de la modernidad judía, en la visión panteísta de Baruch Spinoza que engloba dios hombre y naturaleza en la conciencia de que la vida no es un ensayo ni un paso hacia el paraíso sino un único aquí y ahora y eres responsable de en qué y cómo la gastaste”.
Así las cosas, ya no es la gran mayoría del mundo civilizado la que denuncia al gobierno fascista de Israel por el exterminio que está llevan do adelante contra el pueblo palestino. Ahora también son los rectores de las universidades israelíes, gran parte de la ciudadanía de Israel, y también gran parte de la comunidad judía de la Argentina.
Por lo tanto, decir que Israel es hoy un Estado genocida no es una expresión antisemita ni antijudía, ya que muchos judíos a lo largo y ancho del mundo, y sobre todo de la Argentina, coinciden con esa acusación.
Por contrapartida, defender a un Estado que comete genocidio y negar el plan sistemático de exterminio contra el pueblo palestino, no tiene nada que ver ni con la religión ni con las características históricas de un pueblo milenario, tiene que ver simplemente con la complicidad del ala derecha de la comunidad judía de la Argentina.