“Parece que hemos perdido a India y Rusia ante la China más profunda y oscura”, escribió el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en su cuenta de Truth Social. “¡Que tengan un futuro largo y próspero juntos!”, remató.
Con ese posteo en redes, Trump pareciera tirar la toalla y aceptar el mundo multipolar en el que ya vivimos. Hasta parece otra persona, lejos de su altanería y su prepotencia. Recordemos que en los últimos días, había amenazado a la India con aranceles más altos a las importaciones, en represalia por comprar petróleo ruso. De hecho, las relaciones bilaterales entre Nueva Delhi y Washington se encuentran en su punto más bajo en décadas.
Estados Unidos viene rifando su influencia internacional con tensiones innecesarias con sus propios aliados, como la guerra de aranceles o las amenazas de invasiones (caso Panamá, Canadá o Dinamarca por Groenlandia). Al mismo tiempo, del otro lado del mundo nos muestran que justamente otro mundo es posible.
En Tianjin se realizó esta semana la cumbre de la Organización para la Cooperación de Shangai (OCS), un grupo de seguridad regional emergente que incluye a China, India, Rusia, Bielorrusia, Irán, Pakistán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán. En esta reunión euroasiática, Pekín fortalece su liderazgo mundial basándose en ideas tan simples pero contundentes como: un armado multilateral, respeto en la base de las relaciones internacionales, volver a valores básicos, cooperación y desarrollo, es decir, todo lo contrario a las políticas imperialistas de Estados Unidos.
En la práctica, la foto de Xi Jinping con el primer ministro indio Narendra Modi y con el presidente ruso Vladimir Putin, tiene una potencia increíble, que contrasta con la decadencia de Occidente. Rusia demuestra que no está tan sola ni está tan aislada como nos quieren hacer creer los medios hegemónicos, y todos estos países avisan que, ante las amenazas comerciales y la guerra de aranceles, lo que se viene, inexorablemente, es el fin del dólar como patrón del comercio internacional.
Todo esto se ratifica también en la ciudad rusa de Vladivostok, donde se realiza el Foro Económico Oriental, cuyo tema es “El Lejano Oriente: Cooperación para la Paz y la Prosperidad”, y que reúne a representantes de 70 países y territorios, entre ellos Vietnam, la India, China, Laos, Malasia y Tailandia. En el marco del evento, Vladimir Putin mantuvo el jueves reuniones con los primeros ministros de Laos y Mongolia, Sonexay Siphandone y Gombojavyn Zandanshatar, respectivamente, y el vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China, Li Hongzhong.
Y lanzó una frase que parece ya parte del presente: “El mundo del futuro será multipolar, todos los participantes en las relaciones internacionales deben ser iguales y no debe haber unos más iguales que otro. Este cambio es necesario, incluso para los pueblos de los países que aún defienden el sistema actual obsoleto”.
Al mismo tiempo, Estados Unidos despliega aviones de combate en Puerto Rico, isla que es una colonia y se ha transformado en una gran base militar dentro de lo que el Imperio considera “Mare Nostrum” o “Patio trasero”. El objetivo, según Trump y el secretario de Estado, Marco Rubio, es combatir el narcotráfico. Esta semana ya hundieron una barcaza que supuestamente transportaba droga y había salido de algún lugar de Venezuela. No mostraron ninguna prueba de que eso fuera así, y mataron a 11 personas. Con ocho barcos de guerra, un submarino nuclear y cuatro mil marines, perfectamente podrían haber interceptado la supuesta narcobalza y apresado a sus tripulantes, aunque más no fuera para obtener información sobre las rutas del narcotráfico. Pero cuando sucede algo así, es porque el agresor tiene algo que ocultar…