Es la intensidad de una batería que acelera los sentidos. Son las cuerdas de un bajo potente, capaz de marcar el itinerario sonoro. Es una guitarra que aporta la armonía necesaria para dar lugar a una voz singular, inconfundible. Y es más, mucho más. Eruca Sativa combina sensibilidades, inquietudes y el talento de Lula Bertoldi, Brenda Martin y Gabriel Pedernera en una fórmula alquímica con identidad propia, que se renueva en cada disco.
Después de recibir las nominaciones a los Latin Grammy en las categorías de Mejor Álbum de Rock y Mejor Canción de Rock por 'Volarme', la banda de rock alternativo que nació en Córdoba hace casi dieciocho años vuelve a la ciudad. Este sábado se presenta en Club Paraguay, en el marco de la gira de presentación de su último trabajo, A tres días de la tierra.
“Vamos con un show nuevo, así que estamos con muchas ganas de tocar allá” dice Brenda Martin. Más allá de llevar varios años radicados en Buenos Aires, “nos encanta Córdoba. Tenemos un público que nos va a ver desde el principio. Niñas y niños que crecieron escuchando a la banda y que ahora ya son más grandes.”
Un público fiel, pero que también se amplía
Nos pasa que va la generación de los hijos de nuestros amigos, que ya tienen quince, diecisiete años. Y es muy lindo. La última vez que fuimos, nos llamó mucho la atención esto. Amigas y amigos nos decían, “No voy, pero va mi hijo con su grupo”. Hubo como una renovación ahí. Y además que se va sumando gente nueva que descubre la banda y se acerca a vernos por primera vez en vivo.
Pasa en Córdoba y en otras partes
Por suerte va creciendo la familia de Eruca. Hay gente que está en sintonía con la música que hacemos, y más con este disco, que a nosotros nos gusta mucho tocar en vivo y tuvo muy buena llegada.
¿Cómo viene la gira?
Estuvimos hace poquito en Resistencia, por primera vez. Y fue muy emocionante. Había gente que lloraba y nos decía que hacía diez años que escuchan la banda. Nos gusta mucho viajar por el país por eso, porque nos gusta acercarnos nosotros al público. Creemos que, más allá de las canciones, nuestro fuerte está en el vivo. Hay una química muy linda ahí, que se siente a lo largo y a lo ancho del país.
Al calor de los tiempos
Las catorce canciones de A tres días de la tierra ponen el foco en las relaciones humanas, en la desigualdad social, la distancia, la amistad, el amor. La mirada se detiene en la hipocresía del poder real, en el sudor de las mujeres obreras, en la violencia que se convierte en escuela. “La música es nuestro refugio y nuestro medio de expresión. Sentimos que es un espacio de libertad en donde podemos manifestarnos. Es lo que sabemos hacer: volcar lo que sentimos en las canciones.”
Hay actualidad en las letras
El disco representa lo que atravesamos en los últimos cuatro o cinco años. Lo comenzamos a hacer post pandemia. Hay un abanico bastante variado de sentires y de temáticas, una bajada de línea de lo que sentimos en el contexto actual, tanto en el país como en el mundo.
¿Una impronta bien política?
Se le llama política porque es el compromiso con el que tenemos al lado. Aunque, en realidad, el disco se trata del amor. Ahí está el amor hacia la tierra de uno, hacia el planeta, el amor hacia la naturaleza, el amor hacia las personas con las que convivimos. Está el amor a quienes no conocemos, pero que podemos empatizar con lo que sienten al atravesar situaciones de injusticia social. Hay canciones que tienen que ver con las personas que queremos, con el extrañar cuando viajamos.
Se escucha un “nosotros”, una voz colectiva, que se enfrenta a la lógica del individualismo.
Siempre pensamos que el hacer y la forma de sentir nuestra es como recurriendo a lo colectivo, a lo que tenga que ver con la cooperación, no con la competencia. Es apoyar a que estén bien los demás para poder estar bien, es alzar la vista y ver que están bien quienes tenemos al lado. Sí, lo sentimos como algo colectivo.
¿Y esa construcción colectiva también se da en el proceso creativo?
Hay un montón de formas diferentes en el nacimiento de las canciones de este disco. La mayor parte de las músicas, las compusimos a partir de zapadas. Nos juntamos seis o siete días, en diferentes momentos, a grabar en el estudio. Después, escuchamos esa música y lo que sigue es un proceso compartido en el que nos vamos poniendo de acuerdo con lo que nos gusta a los tres.
¿Y cómo hacen con las letras?
Empezamos a proponer. Nos juntamos y decimos “A mí se me ocurre esta melodía habla de tal cosa”, o “Me transmite esta emoción, que tiene que ver con lo que me pasó con una amiga o con lo que está pasando con el gobierno actual”. Y coincidimos mucho en eso. Decimos que sí, que un tema habla de esto, y empezamos a escribir. Por lo general, Lula y yo llevamos adelante la tarea de empezar a escribir. En la mayor parte de los casos trabajamos colaborativamente. Yo propongo una idea, la llevo hasta cierto punto, se la muestro a ver si a ella le gusta, porque también en la mayoría de los casos la va a interpretar ella. Y entonces, bueno, cuando le gusta alguna, listo, va por adelante. Otras veces vamos corrigiendo o adaptando las palabras, las frases, o hacemos una estrofa cada una.
Hay una conexión importante
Escribimos mucho juntas, con Lula. Otras canciones se componen individualmente y las proponemos, como en este disco “La Chacarera del Primer Día”, que es un tema que yo ya lo traía dando vueltas, o “Canción Urgente”. Son excepciones. “Nina”, por ejemplo, es un tema que trajo Gaby, y es el primero que compone completo para Eruca.
Del rock, las influencias y los nuevos sonidos
La mayor parte de las canciones de “A tres días de la tierra” tiene acordes de rock duro, propios de un power trío con rasgos inconfundibles, pero también tonos de pop e incluso reminiscencias folclóricas. El resultado es un disco polifacético, para detenerse en los arreglos, para volver sobre las imágenes poéticas. Como expresa Brenda, es “resultado de las cosas que hemos ido escuchando, de influencias que están ahí de siempre.”
En “Canción Urgente” y otros temas hay algo de la canción latinoamericana, ¿puede ser?
El arreglo final que quedó en el disco, con esas percusiones y esas cuerdas, llevó la canción a un lugar más latinoamericano que vos decís. El arpegio de base, la melodía y el tema es algo diferente a lo que hacemos siempre. Pero no fue a propósito, digo, buscado dentro del folclore de algún lenguaje. Es una canción que nació así y se ve que le quedaba bien vestirse de esa forma.
Respecto al rock nacional, ¿cómo ves su presente en relación a otros fenómenos musicales?
Creo que hay una movida, todo el tiempo hay cosas pasando. Los grandes festivales de rock siguen existiendo y son muy masivos. Y también creo que aparecen nuevas generaciones con otras sonoridades. Quizás esa movida de transgredir los límites de lo que ya está hecho la traen nuevas generaciones, las nuevas voces. Me parece que es lo natural y lo lógico.
Y ustedes, ¿cómo se sienten como banda después de diecisiete años juntos?
La verdad es que muy bien. Valoramos muchísimo lo que hemos construido y que la banda permanezca viva. Obviamente, hemos atravesado situaciones de crisis o lo que sea, porque son muchos años, pero estamos en un momento hermoso. Nos hacía mucha falta tener un repertorio nuevo, necesitábamos decir otras cosas, necesitábamos tocar otras cosas. Además, vivimos esta experiencia maravillosa de incluir a Afo Verde como productor, lo cual fue para nosotros una experiencia de gran aprendizaje y de mucha diversión.
Estás contenta…
Disfrutamos mucho del proceso de grabación del disco y eso es re importante. La energía que hay en esos momentos compartidos, después, cuando estás tocando, te conecta con el momento en el que se hizo la canción. Ese recuerdo es un lugar feliz que perdura. Lo pasamos bien grabando, y lo mismo nos pasa con esta gira. Nos quedan varios lugares de Argentina y después vamos a salir, así que también nos estamos llenando de energía para lo que viene.