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Dolores de parto, manotazos de ahogado

Como decía Antonio Gramsci, el mundo viejo no termina de morir, y el nuevo no termina de nacer, y en el mientras tanto, surgen los monstruos.

Eso es lo que sucede hoy en un mundo que se reconfigura hacia el multilateralismo, mientras el Imperio Estadounidense no se resigna, y con un Calígula al frente, intenta mantener la iniciativa política, incluso a costas de hacer el ridículo.

Donald Trump voltea una parte de la Casa Blanca para hacer un mega salón de baile, mientras les manda la Guardia Nacional a las ciudades gobernadas por demócratas para reprimir a sus propios ciudadanos, a quienes llama comunistas antiestadounidenses. Asesina extrajudicialmente a pescadores venezolanos, colombianos y de otros países del Caribe acusándolos sin pruebas de ser narcoterroristas. Y fracasa en sus intentos de aparecer como un apóstol de la paz. En Gaza no logra que su cómplice, Israel, respete el alto el fuego y pare con el genocidio contra el pueblo palestino. Y en Ucrania, anuncia y anuncia una paz que no puede lograr, por sus propios errores. Ahora, está en duda la cumbre con Vladimir Putin porque se le ocurrió poner más sanciones comerciales contra Rusia. Y así va, un destino tras otro, como un elefante en un bazar.

Mientras tanto, el mundo no se queda quieto, y sigue su marcha en otra dirección. La 47° cumbre de ASEAN Pacífico reúne a los países del Sudeste Asiático en Kuala Lumpur, capital de Malasia. Además de los anfitriones, participan sus miembros: Camboya, Laos, Vietnam, Myanmar, Tailandia, Indonesia, Singapur, Brunei y Filipinas.

Pero también estará allí el propio Trump, con su paso pesado y su arrogancia. En cambio, la República Popular China, aprovechará para anunciar que elimina las visas para Tailandia, Malasia y Singapur, al tiempo que firmará el estatus de “asociación estratégica” con el bloque.

Brasil también estará, representado por su presidente, Lula da Silva, quien aprovechó la gira para anunciar su candidatura a la reelección para el año que viene, y así dar certezas a nivel de política internacional y también de comercio global.

En ese marco, podría darse la esperada reunión bilateral entre Trump y Lula. Hace un mes, en la 80° Asamblea General de la ONU ellos abrieron las sesiones, como cada año, primero Brasil, segundo Estados Unidos. Cuando fue el turno de Trump, dijo que se había cruzado con Lula y que habían tendido “química”, lo que anunciaba un próximo encuentro bilateral.

Sin embargo, a diferencia de lo que vemos con el presidente argentino Javier Milei, Lula no se desesperó y, por el contrario, puso condiciones para tal bilateral. Itamarty, como se conoce a la Cancillería brasileña, puso como requisito que la reunión no sea en Estados Unidos, y menos en la Casa Blanca, donde pareciera que Trump se siente más seguro para maltratar a sus invitados. Eso ocurrió cuando en el Salón Oval humilló hace pocos días a Milei. Antes lo había hecho con el presidente de Ucrania, Valodomir Zelenski y el de Sudáfrica Romaphosa.

Pero Lula pone otras condiciones: definir una agenda previa sobre los temas a tratar, dentro de los cuales deberá estar el de los aranceles comerciales que Trump aumentó al 50 por ciento. Además, que no se hable de política interna de Brasil, como lo hizo Trump con Argentina, inmiscuyéndose en asuntos internos y mandando a la gente a votar por La Libertad Avanza.

“Podemos hablar de la agenda regional y global, pero ningún presidente de otro país va a ser grosero con Brasil”, lanzó Lula a modo de advertencia.

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