La ciudad de Río de Janeiro continúa bajo conmoción tras el operativo de gran escala realizado por fuerzas de seguridad contra el grupo narco Comando Vermelho, que dejó un saldo de entre 121 y 132 fallecidos, de acuerdo con reportes de la Policía Militar y la Defensoría Pública del estado.
Los enfrentamientos se concentraron en las zonas de Vacaria, en la Serra da Misericórdia, y en las favelas de Alemão y Penha, donde se dieron los combates más intensos.
"No podemos aceptar que el crimen organizado siga destruyendo familias, oprimiendo a los residentes y propagando drogas y violencia por las ciudades. Necesitamos un trabajo coordinado que ataque la raíz del narcotráfico sin poner en riesgo a policías inocentes, niños y familias" expresó en X el presidente de Brasil.
Además, ante la magnitud de la tragedia, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió a Río de Janeiro al ministro de Justicia, Ricardo Lewandowski, y al director general de la Policía Federal, con el fin de coordinar medidas junto al gobernador Cláudio Castro.
El Ministerio Público de Río de Janeiro abrió una investigación independiente para esclarecer los hechos. El fiscal general Antonio José Campos Moreira aseguró que el organismo "examinaremos los hechos de acuerdo con las pruebas técnicas y los testimonios que se presenten y llegaremos a nuestras conclusiones".
Mientras tanto, los habitantes de Río describen una ciudad paralizada por el miedo. Helicópteros de la policía sobrevolaban los barrios más afectados, mientras que los medios de comunicación visibilizaban el sentimiento de caos de la población. Las autoridades informaron que, además de las detenciones, se incautaron 119 armas, 14 artefactos explosivos y toneladas de drogas durante la operación.
