Un día después de la elección del pasado domingo 26 de octubre, la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT) publicó el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) correspondiente a ese mes. A partir de un relevamiento realizado entre el 1 y el 14, reportó que el ICG de octubre fue de 2,10 puntos, lo que representó un aumento del 8,1% respecto del resultado de septiembre (gráfico arriba), lo que permite inferir que esa mejora benefició al oficialismo en las semanas preelectorales. Sin embargo, al mismo tiempo reportó una variación interanual negativa del 13,4%, lo que sugiere que el presidente Javier Milei llegó a la elección con una confianza debilitada respecto a la que tenía un año atrás. El ICG emplea una escala de 0 a 5, lo que dificulta hacer una trasposición directa al resultado electoral. Sin embargo, el ICG de octubre se ubicó 25,7% por debajo de octubre de 2017, durante la elección de medio término de Cambiemos (2,83), comparación pertinente dado que ambos gobiernos surgieron de un ballotage. El ICG menor al mismo mes correspondiente a la elección de medio término de Cambiemos es consistente con el menor caudal obtenido a nivel país por La Libertad Avanza/LLA (40,7%) respecto al que alcanzó aquel sello hace 8 años: 41,7%.
Profundizando el análisis, si pasamos de los indicadores políticos a los asociados a la economía, se observa que la gestión de esa área registró 44% de acuerdo vs 56% de desacuerdo según la encuesta nacional realizada por Equipo MIDE en octubre (gráfico arriba). Pese al saldo negativo de 12 puntos porcentuales (pp) y la clara tendencia descendente desde junio (con una caída de 5 pp en cuatro meses), el apoyo se ubicó en el mismo orden de magnitud del caudal obtenido por LLA el pasado domingo 26.
En rigor, el mejor “proxy” al resultado lo aportó el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) de la UTDT, que alcanzó 42 puntos en octubre, 2 más que en septiembre (leve suba intermensual) y relativamente estable en términos interanuales (vs octubre de 2024), mientras que el ICG de la misma entidad reportó una caída interanual. Si bien el guarismo sugiere que el gobierno tuvo un suave envión a favor antes de la elección, el dato también se ubicó 3 pp por debajo de octubre de 2023 (mes de la primera vuelta electoral de ese año, casi al cierre de la gestión de Alberto Fernández), lo que muestra un humor social desfavorable a las decisiones de compra consistente con el consumo deprimido que caracteriza a la actual coyuntura.
Una medición alternativa del índice de confianza del consumidor la aportó en octubre Atlas Intel: reportó una caída intermensual de 1,8 pp (de -27,5 a -29,3; gráfico abajo), profundizando la situación de pesimismo dominante. Asimismo, ese informe permite una comparación regional, que arroja que el índice de Argentina se ubicó muy por debajo de los datos de Chile, Brasil, México, Colombia y Perú.
Una explicación recurrente del resultado del domingo 26 pasa por la variable inflación, presuponiendo que su control es un activo del gobierno nacional. Sin embargo, los datos duros de las estadísticas oficiales y los datos blandos de las encuestas obligan a matizar esa hipótesis. Recordemos que el dato oficial de la inflación tiene rezago de un mes; así, el registro publicado en octubre correspondió a septiembre. Según el Indec, el índice de precios al consumidor (IPC) alcanzó 2,1% en el mes anterior a la elección (gráfico arriba), 0,2 pp más que en agosto. Como se advierte, desde julio el IPC se amesetó en torno al 2% y no hay desinflación desde mayo pasado, lo cual al menos relativiza la hipótesis.
En tanto, según los datos blandos de la encuesta del CIF-UTDT, la expectativa de inflación a futuro para los próximos 12 meses se ubicó en octubre en 37% (promedio de las respuestas), lo que arroja una baja de 0,6 pp respecto al mes anterior (37,6%). Así, las expectativas inflacionarias se desaceleraron levemente, pero el evolutivo también sugiere amesetamiento más que una desinflación percibida y, lo que es más importante, esperada.
En sentido contrario, la medición alternativa de Atlas Intel de octubre mostró una leve pero sostenida aceleración de la expectativa inflacionaria entre mayo pasado (6,9) y el mes de la elección (9,2): +2,3 puntos (gráfico abajo). Esto relativiza aún más la hipótesis del control de la inflación como un activo, aunque puede coexistir con la idea de que se trata de un nivel tolerable comparado con la registrada a fines de 2023.
En síntesis, Milei llegó a la elección de medio término: 1) con un menor nivel de confianza en su gobierno que el que tenía Macri a la misma altura de su gestión 2) con un mayor pesimismo en la variable consumo que el del último mes de octubre del mandato presidencial del Frente de Todos 3) en un nivel piso de acuerdo con respecto a la gestión de la economía 4) y con un IPC amesetado en torno al 2% en el trimestre inmediato anterior, no con desinflación. En conjunto, todos los datos sugieren que el aval electoral obtenido por el oficialismo no despeja la incertidumbre económica, por lo que será clave mejorar la gestión para no diluir ese capital político y evitar el advenimiento de una nueva crisis.
