Manzana y Estancias: Patrimonio de la Humanidad
El antiguo complejo de la Manzana Jesuítica, junto con las estancias homónimas, fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en noviembre del año 2000 en la ciudad de Cairns (Australia).
Se están cuempliendo 25 años de aquella distinción internacional, lo que generó una transformación del conjunto de edificaciones en un ámbito musealizado, que comprende no sólo la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba, sino también la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Capilla Doméstica, la Residencia y el Colegio de Monserrat.
El circuito jesuítico de Córdoba se completa con cinco estancias ubicadas en el interior de la provincia: la Casa de Caroya (1616), las estancias de Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643) y La Candelaria (1683).
Para sostener las actividades de sus colegios, los jesuitas generaron una serie de emprendimientos productivos en el interior del territorio provincial. Estas estancias, donde floreció la producción agrícola y vitivinícola, poseen remarcables valores arquitectónicos en sus construcciones, en especial en las iglesias y ámbitos de la residencia que se han mantenido hasta el presente.
Reconociendo estos valores patrimoniales únicos -asociados a los testimonios jesuíticos en Córdoba- la UNESCO los ha inscripto en la Lista de Patrimonio de la Humanidad bajo la figura de "serie de conjuntos".
Un viaje al pasado
Los jesuitas se radicaron en Córdoba a principios de 1599 y fundaron el noviciado hacia 1608, luego el Colegio Máximo en 1613 -actualmente, la UNC- y el Convictorio de Monserrat, en 1687. El Colegio Máximo fue el origen fundacional de la Universidad Nacional de Córdoba, la cuarta en antigüedad en América y que, precisamente, caracterizó a la ciudad como "la docta".
Sin embargo toda esa obra sería interrumpida el 12 de julio de 1767, cuando Carlos III a través de una real Cédula, ordenó la expulsión de los jesuitas de España y, por lo tanto, de América. El teniente del rey, sargento mayor Fernando Fabro, fue el portador del terrible mandato. Mantuvo a los jesuitas en el refectorio (comedor) del Colegio Máximo hasta el 22 de julio. Entonces, fueron subidos a carretas y trasladados hasta Buenos Aires, donde serían posteriormente embarcados en una fragata con destino a Italia.
Los jesuitas regresarían a la Compañía de Jesús recién en 1860. Mucho era lo que había ocurrido desde su partida. Los que otrora fueran sus bienes habían sufrido distintas suertes: la Universidad y el Colegio de Monserrat pertenecían al Estado nacional, las estancias a particulares y la iglesia presentaba terribles pérdidas.
Actualmente, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Universidad con su magnífica biblioteca, y el Colegio de Monserrat ofrecen el testimonio de lo que una vez fue un esplendoroso complejo.
La intensa labor realizada por los religiosos de la orden de San Ignacio de Loyola dejó su impronta en estas tierras. Los primeros jesuitas en llegar fueron los padres Ángulo y Barzana, quienes arribaron a Córdoba a comienzos de 1587, aunque la orden se estableció de manera efectiva allá por 1599.
Al igual que el resto de las órdenes religiosas, los jesuitas desarrollaron una cuidada acción espiritual en territorio cordobés, pero se destacaron en la evangelización de los indios, la educación y la cultura.
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Eligieron este territorio para un proyecto educativo superlativo, la primera Universidad del país y la segunda en todo el contexto latinoamericano en el año 1613.
El conjunto de edificaciones conformado por el templo mayor, la Capilla Doméstica, el claustro de la hoy Universidad Nacional de Córdoba, el actual colegio Monserrat y el primer edificio donde funcionó el Convictorio de Nuestra Sra. de Monserrat, son parte de este imperdible circuito.
La Manzana Jesuítica de la ciudad de Córdoba, que fue la capital de la antigua Provincia Jesuítica del Paraguay, comprende: la iglesia, la residencia de los padres jesuitas, la universidad, y el colegio Convictorio.
Recorrido y Edificios
En el itinerario que ofrecen estas construcciones se destacan:
– Iglesia de la Compañía de Jesús. Es la iglesia más antigua de la República Argentina, consagrada en el año 1671.
– Museo Histórico del Rectorado la U.N.C. Está conformado por los claustros, salón de Grados y librería de los padres jesuitas.
– Colegio Nacional de Monserrat. El Real Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat se fundó en 1687, en la actual esquina de Obispo Trejo y Caseros, pero fue trasladado a este lugar en 1782.
– Capilla Doméstica. Antigua capilla privada de la Residencia de la Compañía de Jesús, construida entre 1644 y 1668.
– Museo San Alberto. En este solar tuvo su primitivo emplazamiento el Real Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat donde vivían los alumnos de la Universidad.
Estancias Jesuíticas de Córdoba
Las estancias jesuíticas de las sierras cordobesas albergan edificios religiosos y seculares ilustrativos de una experiencia religiosa, social y económica sin precedentes en el contexto americano y mundial de la época, que se llevó a cabo entre los siglos XVII y XVIII, durante más de 150 años.
Además de la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba, el sitio contiene las estancias de Alta Gracia (localizada a 36 km de la Manzana), Santa Catalina (a 70 km de la Manzana), Jesús María (a 48 km de la Manzana), La Candelaria (a 220 km de la Manzana) y Caroya (a 44 km de la Manzana).
Las estancias comprendían: iglesia o capilla, residencia de los padres, rancherías para personas esclavas e indias, áreas de trabajo (obrajes, molinos, batanes, etc.), sistemas hidráulicos (tajamares, acequias, canales, etc.), chacras y grandes extensiones para cría de ganado.
De las cinco estancias comprendidas en el sitio solamente dos conservan su entorno rural originario, otras dos quedaron localizadas en entornos periurbanos, y otra constituyó el núcleo generador de una estructura urbana.
Testimonios de dos siglos de historia universal
La Manzana Jesuítica y las Estancias de Córdoba son testimonios excepcionales de un vasto sistema religioso, político, económico, legal y cultural de los siglos XVII y XVIII.
El sitio en su totalidad representa un ejemplo peculiar de organización territorial, complemento económico entre establecimientos urbanos y rurales, que posibilitaba a la Compañía de Jesús el cumplimiento de sus metas educacionales y evangelizadoras.
La excepcionalidad del sitio se manifiesta en la confluencia de dos tipos: por un lado la tipología conventual europea, con iglesia principal, residencia y colegio en la ciudad; por otro, establecimientos rurales que responden a una nueva tipología, donde se unen iglesia, residencia y factoría en un territorio productivo, vinculado entre sí.
Este tipo de articulación fue única en el contexto cultural americano, con especialidades productivas diferentes en cada una de las estancias, sustentadas a partir de la construcción de complejos sistemas hidráulicos.
En el conjunto se destacan el desarrollo de tecnologías basadas en los recursos materiales y humanos locales, y la utilización de los mutuos saberes de los actores: la Orden y la mano de obra indígena y africana, que produjeron expresiones arquitectónicas, tecnológicas y artísticas mestizas, donde se reflejan influencias manieristas y barrocas reelaboradas localmente.
La Manzana Jesuítica conserva sus funciones originarias: religiosas, residenciales, educativas y culturales, mientras que las estancias siguen actuando como núcleos culturales, de intercambio, y de desarrollo regional, si bien han perdido, en gran medida, su carácter productivo.

