La fiscalía de Milán está investigando un hecho espantoso: los tours de la muerte o los francotiradores de fin de semana. Un fenómeno que habría sucedido a menos entre finales de 1992 y principios de 1996, durante el sitio de Sarajevo, capital de Bosnia. Durante todo ese tiempo, al menos tres años, cada fin de semana, viajaban italianos ricos a participar de verdaderos safaris humanos en los cuales los objetivos eran personas: hombres, mujeres, ancianos y hasta niños. Solo por el gusto de matar, para sentir la adrenalina, pero sin exponerse a ningún peligro, ya que lo hacían como francotiradores, desde posiciones seguras del Ejército Serbio.
El tema explotó en Italia en los últimos días, a partir de una denuncia del periodista y escritor Ezio Gavazzeni y del abogado y ex fiscal Guido Salvini. Los detalles se van conociendo a cuentagotas, porque rige el secreto de sumario y es una investigación enorme que involucra a cientos de italianos, a quienes les podría caber la pena de cadena perpetua, porque los hechos podrían configurar el homicidio agravado por la crueldad, un delito imprescriptible. Además, aunque hayan ocurrido en otro país, al tratarse de ciudadanos italianos, la fiscalía de Milán se consideró competente. Por otra parte, hasta ahora se conoce el caso de los italianos que viajaban vía Trieste, pero el fenómeno también habría ocurrido con “turistas asesinos” españoles, franceses, alemanes, rusos, estadounidenses y canadienses, entre otras nacionalidades.
Pero, ¿quiénes pueden llegar a estos niveles de perversión? Se trataba principalmente de varones adictos a las armas y amantes de la cacería, posiblemente habitués de safaris en África, a quienes ya no les alcanzaba con matar animales, necesitaban un poco más. Y, por supuesto, personas muy ricas. En los safaris clandestinos por África, matar un elefante cuesta 100 mil euros, un león 200 mil. Estas verdaderas excursiones para matar gente costaban entre 250 y 300 mil euros por el fin de semana, según cálculos aggiornados, porque en esa época todavía circulaba la lira italiana. Eran personas comunes, aunque muy ricas e influyentes, desde empresarios, profesionales, hasta funcionarios.
Todo empezaba el viernes, desde sus lugares de residencia se trasladaban a Trieste, en el Friuli, cerca de la frontera con la ex Yugoslavia. De ahí en avión hasta Belgrado y desde la capital serbia en auto hasta Sarajevo, atravesando las líneas del Ejército Serbio. Por supuesto, el andamiaje comercial tenía una protección militar de los serbios, de otra manera, no se podría entrar y salir tan fácilmente de una zona de guerra. La “cacería” propiamente dicha duraba entre cinco y siete horas, el sábado. Ya el domingo se emprendía el regreso. A la noche, estos hombres, con su instinto asesino satisfecho, podían volver a ser padres y esposos ejemplares, y cenar en familia, para el lunes ir al trabajo como si nada.
La última parte del engranaje era garantizar la impunidad de estos turistas asesinos, y esa red tenía múltiples y poderosas ramificaciones. Según el periodista denunciante, Ezio Gavazzeni, en 1993 hubo una comunicación de los servicios secretos bosnios con sus pares italianos del SISMI (Servizio per l’ Informazione e la Sicurezza Militare), para ponerlos al tanto de lo que estaba ocurriendo. La respuesta de los italianos habría sido que ya lo sabían y que actuarían para terminar con esos verdaderos tours de la muerte que partían desde Italia y con ciudadanos italianos. Nada de eso ocurrió, y el fenómeno se extendió por lo menos tres años más.
Giorgio Ballario, entre la novela negra y la cruda realidad
Consultado por los SRT sobre si esa cobertura de impunidad podría llegar a esferas oficiales, el también periodista y escritor italiano Giorgio Ballario respondió: “Todo se está investigando, no podemos afirmar que las autoridades políticas sabían en aquel momento de estos que en Italia se llaman francotiradores de fin de semana, pero si te puedo decir que es una investigación enorme. Además, hay que decir que hace 30 años, salió algo de esto en el Corriere della Sera (Milán) y también en La Stampa (Turín), donde yo trabajaba. Pero luego no se publicó más nada, y tampoco la Justicia investigó los hechos en aquel momento”.
-Giorgio, sabemos que las sociedades occidentales están cada vez más violentas y extremistas, en Italia, en Estados Unidos, en Argentina, en todo Occidente. ¿Cómo ha tomado la sociedad italiana esta noticia, con la conmoción que se esperaría?
-Debo decir que no. No veo gran conmoción ni implicación emocional de la sociedad, a pesar de que ahora sí ha salido en todos los medios de comunicación. Puede ser porque las personas están esperando a ver si esto es cierto, o puede ser porque lo ven como algo lejano, que pasó hace mucho tiempo.
Giorgio Ballario es un reconocido escritor de novela negra y ha participado de algunas ediciones del Cordoba Mata. Cuando se le marca el terrible dato de que esto no es literatura sino la cruda realidad, él responde: “Sí, es muy cierto. Yo hace un tiempo leí un gran libro que se llama El tiempo de las fieras, de un muy buen escritor español de novela negra, Víctor del Árbol. El libro trata sobre este fenómeno, solo que con españoles en vez de italianos, que iban a Sarajevo a asesinar mujeres y niños. Yo pensé que era un buen libro de ficción… ahora me doy cuenta de que él tenía información, y que lamentablemente es la realidad”.
