Grave denuncia de amenazas de muerte de un efectivo del ETER a su ex pareja
Una denuncia que lleva cinco meses en la Justicia, una imputación firme por delitos graves, una orden de restricción que se venció y un dato que encendió todas las alarmas: el efectivo del ETER acusado sigue trabajando como si nada, armado y participando de instancias de formación para nuevos ingresantes.
Del otro lado de la historia está Agustina, también integrante de la Policía de Córdoba, hoy apartada de la fuerza, cobrando el 30% de su sueldo y esperando que las autoridades, de algún nivel del Estado, la proteja.
“Estoy aterrorizada”, repitió en el programa Fuerte y Claro de Canal 10.
Su testimonio reconstruye una secuencia que muestra, una vez más, cómo la violencia machista puede profundizarse cuando el agresor forma parte de una fuerza de seguridad, y cómo las estructuras policiales suelen blindar a los suyos aun frente a imputaciones graves.
La denuncia
El contenido de la denuncia es contundente.
Agustina entregó capturas de mensajes donde su expareja, un efectivo del ETER, la amenaza de muerte a ella, a su familia e incluso a sus propios hijos.
El fiscal actuante imputó al hombre por lesiones, coacción y amenazas.
“Tengo los mensajes explícitos donde me dice que me va a matar. Que va a matar a mis hijos. Todo está expuesto en la justicia”, señaló la víctima.
Sin embargo, la reacción institucional no fue simétrica: ella quedó más expuesta que su agresor.
Y él, lejos de ser apartado preventivamente, aparece en fotografías —según relata Sofía— participando del curso básico del ETER, “armado y trabajando de forma normal”.
“No sé qué más tengo que hacer para que haya justicia”, lamentó.