No quiero hablar de Rosalía
“Lo extraordinario, lo prodigioso, están contados con la mayor precisión, sin imponerle al lector el contexto psicológico de lo ocurrido. Es libre de arreglárselas con el tema según su propio entendimiento, y con ello la narración alcanza una amplitud de vibración de que carece la información.”
El narrador. Walter Benjamín (1937)
No quiero hablar de Rosalía. Ella habla sola a través de su obra. Nadie debería atreverse a explicarla. Asistimos a un momento donde la experiencia no solo es un imperativo capitalista -te la venden en un café de especialidad, en una empresa de turismo y hasta en un supermercado- sino que parece ser una imposibilidad.
En el año 1936 en pleno fascismo europeo Walter Benjamín postulaba en el memorable ensayo publicado en francés bajo el título L’œuvre d’art à l’époque de sa reproduction mécanisée -posteriormente traducido al español como La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica- que la singularidad de las obras de arte habían sido destruidas por la reproductibilidad técnica (dispositivos de reproducción, masificación) por lo tanto la pérdida del aura (autenticidad, distancia metafísica, ritualización) se daba en el plano de lo estético y también de la percepción artística. Si este estado de cosas para el filósofo alemán implicaba la pérdida de la experiencia genuina sumémosle la guerra por la atención que están librando las redes sociales y plataformas digitales, la erosión cognitiva de la que no tengo pruebas, pero tampoco dudas si pasamos un promedio de seis horas en la pantalla del celular con mil estímulos. Ah, y la imperante necesidad de pronunciarnos ante todo acontecimiento, porque sino parece que nuestra existencia se reduce a cenizas. He aquí el fenómeno Rosalía: vivimos en el infierno del hype, a veces, se cuela algo objetivamente bueno. ¿Qué tienen en común LUX -el cuarto disco de Rosalía- y la serie Las siete virtudes del artista renacentista Piero del Pollaiolo (Florencia 1441- Roma 1496) expuestas en la Galería Ufizzi de Florencia, Italia.? Nada.
En estas líneas me limitaré a trazar un diálogo caprichoso entre Las Siete Virtudes y siete canciones elegidas del disco. La práctica de observación/escucha y su posterior asimilación de una obra artística es única e intransferible. Esto no es una imposición interpretativa, es un ejercicio de asociación en un gesto de recuperar soberanía cognitiva.
Las siete virtudes del pintor renacentista Piero del Pollaiolo (Las siete virtudes o las siete virtudes capitales –en contraposición a los siete pecados capitales- es un ciclo de pinturas encargado por el Tribunale della Mercanzia en el año 1469. En este tribunal, donde se juzgaron los crímenes de carácter económico en Florencia, los jueces de la corte decidieron que querían una pintura de cada una de las virtudes – los tres valores cristianos (Fe, Esperanza y Caridad) y los cuatro valores universales (templanza, prudencia, fortaleza, y justicia) – para adornar la parte alta detrás de sus asientos. El pintor elegido fue Piero del Pollaiolo; sin embargo, metió la cola Sandro Botticelli -el rey de los renacentistas- y pintó la última de las virtudes: La Fortaleza.
1. Sexo, violencia y llantas – Caridad
Quién pudiera venir de esta tierra / y entrar en el cielo y volver a la tierra / que entre la tierra / la tierra y el cielo / nunca hubiera suelo.
La alegoría de la caridad es una joven que amamanta a un niño mostrando cierta misericordia. En una mano, la llama que representa a Dios, al sexo o a la violencia. En la otra, el niño al que amamanta sin dirigirle la mirada, pero entregándole su corazón a los desdichados mediante la caridad. En Sexo, violencia y llantas hay más misericordia que caridad; borrar los límites entre el cielo y el suelo: la unidad y la armonía imposibles.
2. Reliquia – Fortaleza
Pero mi corazón nunca ha sido mío / yo siempre lo doy/ coge un trozo de mí/ quédatelo pa' cuando no esté / seré tu reliquia / soy tu reliquia / seré tu reliquia.
La Fortaleza se representa como una joven que viste una armadura sobre su elegante vestido y sostiene un cetro de gobernante. Esta virtud, la única elaborada por Sandro Botticelli, alude a la fuerza y la perseverancia en la búsqueda del bien, una de las principales virtudes humanas. La mujer tiene aura de reliquia, lánguida y melancólica. Rosalía perdió sus manos en Jerez, sus ojos en Roma, su lengua en París, su tiempo en Los Ángeles, la sonrisa en UK, entre otras pérdidas por el mundo. Perder para ganar. Entregar el corazón, devenir en reliquia luego de haber perdido tanto ¿es un signo de fortaleza? ¿Cómo se fortalece el alma sin endurecerla?
3. Divinize / Esperanza
Fruta roja y redonda, ¿quién la adivina? / obviamente es la manzana, que está prohibida/ y si solo la miras, te salvarías / pero sin morder.
La Esperanza se representa como una joven vestida de verde, mirando al cielo en oración. A diferencia de las demás Virtudes de las siete pinturas no tiene otros atributos, su distintivo es el rostro en estado de éxtasis entregándose a Dios. ¿Hay lugar para divinizar, aun mordiendo la manzana prohibida? La eterna esperanza de la redención. Dios, perdona nuestros pecados.
4. Porcelana – Templanza
Mi piel es fina / de porcelana / y de ella emana / luz que ilumina / o ruina divina. El placer anestesia mi dolor / El dolor anestesia mi placer / lo que tengo, lo que hago, mi valor / y el dolor siempre vuelve a aparecer.
La templanza, considerada como la capacidad de moderación y la medida correcta, se muestra aquí como una mujer joven en el proceso de mezclar agua caliente y fría, vertiéndola de un jarro a una palangana. Según la doctrina cristiana, ella es una de las cuatro Virtudes cardinales.
La templanza, tan frágil como la porcelana. Al final, el dolor siempre vuelve a aparecer. Renunciar a la belleza, asumirse como la reina del caos. Quizás, la virtud más difícil de conseguir. Las medidas nunca son justas.
5. Mío Cristo Piagne Diamante – Fe
Mi querido amigo / el amor que no se elige, no se abandona / mi querido amigo / contigo, la gravedad es graciosa y la gracia es grave/ y mi Cristo llora diamante.
La Fe se personifica como una joven, captada mientras mira al cielo, sosteniendo el cáliz de la eucaristía en su mano derecha, cubierto por la patena donde se sostiene la hostia, mientras que la cruz está en la izquierda.
Mio Cristo Piagne Diamanti es suficiente para devolver la fe perdida. Para volver a creer en algo parecido a Dios o al Amor. No diré más. Veré.
6. La yugular – Prudencia
Mira, yo no tengo tiempo para odiar a Lucifer / estoy demasiado ocupada amándote a ti Undibel/ Mi corazón que siempre está en una carrera/ estoy cortando las flores/antes de que sea primavera.
Una joven, sentada en un banco, sostiene un espejo que refleja su imagen en una mano y una serpiente en la otra. Esta personificación de la Prudencia, virtud que indica la capacidad de elegir el bien y actuar con sabiduría. El espejo como señal de advertencia de lo que viene detrás, siempre alerta mientras que la serpiente de la ansiedad no hace cortar las flores antes de que sea primavera. Actuar con sabiduría y no odiar a Lucifer.
7. Memoria – Justicia
Cuando muera solo pido/ No olvidar lo que he vivido. ¿Aún te acuerdas de mí?
La Justicia está sentada en un banco, con la espada en la mano, con la punta hacia arriba. Sobre sus rodillas sostiene un globo terráqueo. Su vestimenta consiste en un elegante vestido, tejido con oro, y una capa gris verdosa; con arnés y armadura.
No hay peor injusticia que el olvido. La memoria es, en definitiva, un acto de reparación.
Solo un deseo: que en los años venideros sigamos escuchando LUX, tiene todo para trascender en este mar de novedades y ansiedades.