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Cinco autopartistas cerraron en un año y el sector reclama un shock de inversiones

La delicada situación que atraviesa la industria autopartista nacional tiene un impacto directo y profundo en Córdoba, provincia que desde hace décadas ocupa un lugar central en el entramado automotriz argentino. El fuerte desequilibrio comercial del sector, junto con el cierre sostenido de empresas proveedoras, pone en riesgo miles de puestos de trabajo y la continuidad de una cadena productiva que es estratégica para la economía local.

De acuerdo con el último informe de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC), entre enero y octubre de 2025 el déficit comercial de autopartes alcanzó los 8.439 millones de dólares, un 9,3% más que en el mismo período del año anterior. El dato refleja una brecha creciente entre exportaciones, que apenas superaron los 1.100 millones de dólares, e importaciones que se ubicaron por encima de los 9.500 millones.

Este escenario resulta especialmente sensible para Córdoba, donde se concentran terminales automotrices, proveedores de primera y segunda línea, metalúrgicas, empresas de mecanizado y firmas vinculadas a la electrónica y la plástica industrial. La provincia es, junto a Buenos Aires y Santa Fe, uno de los pilares históricos del sector, con una fuerte tradición productiva y mano de obra altamente calificada.

Uno de los factores que explican el deterioro es el avance de esquemas de ensamblado con bajo contenido local, que reducen la demanda de piezas fabricadas en el país. A esto se suma la mayor apertura a importaciones, que facilita el ingreso de autopartes a menor costo y presiona sobre la competitividad de los proveedores radicados en Córdoba.

El vínculo comercial con Brasil, principal socio del complejo automotor, también contribuye al problema. El déficit bilateral en autopartes superó los 2.200 millones de dólares, con exportaciones en retroceso y compras externas en aumento. Rubros como transmisiones, componentes eléctricos y partes de motor figuran entre los más afectados, varios de ellos con fuerte presencia productiva en territorio cordobés.

La consecuencia más visible es la pérdida de empresas. En los últimos 15 años cerraron 56 firmas autopartistas en el país, cinco de ellas en el último año y medio. Cada cierre no solo implica empleos directos en riesgo, sino también un efecto cascada sobre talleres, pymes proveedoras y servicios industriales que forman parte del ecosistema automotriz provincial.

Mientras tanto, las terminales muestran una dinámica distinta. Según cifras de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), la producción nacional acumulada hasta noviembre de 2025 registró una leve caída interanual, con un descenso más pronunciado en los últimos meses. Sin embargo, el mercado interno crece impulsado por una mayor oferta de vehículos importados, lo que profundiza la brecha entre ensambladoras y proveedores locales.

Desde AFAC reclaman un “shock de inversiones” con una mirada integral de la cadena de valor, que incluya financiamiento productivo, incentivos a la integración nacional y una revisión de los acuerdos comerciales. Para Córdoba, estas definiciones resultan clave: la continuidad del perfil industrial de la provincia depende, en buena medida, de la capacidad del sector autopartista para sostenerse y adaptarse.

La advertencia es clara. Sin medidas que protejan y fortalezcan a los proveedores locales, la provincia corre el riesgo de perder uno de sus activos históricos: un entramado automotriz que durante décadas fue motor de empleo, desarrollo tecnológico y valor agregado.

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