A tres años de la gloria eterna: el recuerdo intacto de la tercera estrella
Uno dice Qatar, y se le pone la piel de gallina. El país, la ciudad, el estadio Lusail, solo traen recuerdos imborrables de lo que fue un sueño de muchos años para generaciones enteras.
Este jueves se cumplen tres años del momento en que la historia de nuestro querido fútbol argentino cambió para siempre. A 36 meses de la final en Lusalil, el país más lindo del mundo celebra este nuevo aniversario de la consagración en suelo qatarí. Este fue el camino del título que bordó la soñadísima tercera estrella en nuestro escudo.
La “Scaloneta” había llegado a Asia como candidata (absoluta a mí entender), con un ciclo muy aceitado, consolidado y con un invicto récord de 36 partidos que, claro, invitaba a soñar en lo mejor. No queríamos mencionar ni mucho menos escuchar la palabra “campeones” desde el principio, pero sabíamos que las chances estaban más vivas que nunca.
El Mundial fue soñado. El Mundial nos tenía preparado un guión de película. Una película que iba a tener todas un poco de cada categoría: acción, terror, drama, y suspenso, pero que, como ya sabemos, terminó en euforia absoluta.
El debut fue un golpazo
La expectativa en la primera fecha era total. No había lugar a dudas de que, si bien Arabia Saudita era un rival con peso, la Selección iba a meterle tres, cuatro, cinco.
Pese al gol de Lionel Messi de penal, Arabia Saudita dio vuelta el partido (1-2) en el segundo tiempo, provocando uno de los mayores batacazos de la historia de los mundiales y llenando de dudas a todos. Después del silbatazo final, las repercusiones fueron eternas: medios locales e internacionales criticando al plantel y repitiendo la frase “en los mundiales, Argentina juega así”.
Con la presión al límite, llegó la "final" contra México. Fue un partido tenso que nadie disfrutó, hasta que apareció el mejor, el astro. El capitán frotó la lámpara para el 1-0 y Enzo Fernández liquidó la historia con un golazo para el 2-0. Aunque quedaban dudas por el rendimiento en el primer tiempo, la Selección había cumplido.
La verdadera cara de la Scaloneta salió ante Polonia. La albiceleste se impuso con tantos de Alexis Mac Allister y Julián Álvarez, metiéndose primer puesto del Grupo C.
Saber sufrir
En octavos, Argentina controló a Australia con goles de Messi y Julián, pero terminó pidiendo la hora hasta esa atajada recordada de Emiliano "Dibu" Martínez en la última jugada.
Pero la prueba de fuego fue ante Países Bajos. Tras ir ganando 2-0 con goles de Nahuel Molina y Messi, los europeos empataron en el último suspiro. Un partido que no había sido parejo en el trámite, pero que un tiro libre activó el empate de los naranjas. Muchas patadas y peleas, mucho clima de final, y sobre todo amarillas por todos lados. Ahí apareció la mística: en los penales, "Dibu" se hizo gigante, atajó dos y le dio el pase al equipo.
Gran parte de la obtención de la Copa del Mundo fue por el nombre de Emiliano Martínez. El guardameta se vistió de salvador en casi todos los partidos.
El fútbol total
La semifinal fue una masacre. Una paliza táctica y futbolística de principio a fin. La goleada de Argentina a Croacia dejó la imagen de la Scaloneta por las nubes. Es que es así: cuando metes un triunfo con tanta autoridad en una semifinal, automáticamente te activa un punto extra en la final. Fue una actuación madura y sin fisuras, de la mano de la "Pulga" y un doblete de Julián.
Y finalmente, el 18 de diciembre, llegó Francia. Durante más de una hora, el equipo dio una clase de fútbol con goles de Messi y una joya colectiva de Ángel Di María. El resto es historia conocida: sufrimiento, penales y gloria eterna.