La intensidad en la Legislatura bajó y terminó con un cambio sobre la hora: Martín Llaryora decidió levantar el pie del acelerador.
El gobernador acusó recibo de las críticas del Arzobispado. El cardenal Ángel Rossi había cuestionado la oportunidad de avanzar con el nuevo Código de Convivencia en un diciembre caliente, y esa postura terminó inclinando la balanza para enfriar el debate.
Fue Facundo Torres, jefe de la bancada oficialista, quien le propuso a la oposición postergar los puntos más picantes (naranjitas y limpiavidrios) hasta marzo.
El argumento formal para "parar la pelota" es el respeto a la autonomía municipal: quieren darle tiempo a los intendentes de la provincia para que acomoden sus ordenanzas y decidan cómo regular sus espacios públicos antes de que caiga la ley provincial.
La situación política quedó al revés. Desde el Panal avisaron que es una tregua. El enojo de la Iglesia sirvió para tomar aire y evitar un costo político innecesario antes del brindis, pero la decisión política está definida: en marzo, la norma sale.
