Córdoba

Murió la monja brasileña que era la persona más longeva del mundo

La hermana Inah Canabarro Lucas, reconocida como la persona más longeva del planeta, falleció este miércoles por la noche a sus 116 años.

El fallecimiento fue confirmado por la Congregación de las Hermanas Teresianas con quienes conjuntamente residía en Porto Alegre, ciudad ubicada en el Sur de Brasil: “En el día de hoy, que la resurrección abrace a la Hermana Inah Canabarro, damos gracias por la entrega y dedicación, pedimos que el Señor, Padre de bondad, la reciba y la acoja en su infinito amor", detallaba la comunicación.

(Foto: Reuters/Carlos Macedo/LongeviQuest).

Ahora, el título de la persona más longeva recae en Ethel Caterham, una ciudadana británica de 115 años residente en Surrey.

Canabarro había sido reconocida como la persona más anciana del planeta en enero, tras la muerte de la japonesa Tomiko Itooka, también a los 116 años. Su edad fue validada por el Grupo de Investigación Gerontológica de Estados Unidos (GRG) y la organización internacional LongeviQuest.

Su vida y la bendición del Papa Francisco

Nacida en San Francisco de Asís, en el estado de Rio Grande do Sul, al sur de Brasil, Inah tuvo una infancia marcada por problemas de salud. A los 16 años comenzó su vida religiosa en una escuela de las Hermanas Teresianas en Santana do Livramento, cerca de la frontera con Uruguay, y vivió un breve período en Montevideo. Fue ordenada monja a los 26 años y dedicó gran parte de su vida a la docencia y tareas administrativas dentro de su congregación.

Inah Canabarro Lucas recibió una bendición del papa a los 110 años.Foto: gentileza g1

En entrevistas, Canabarro siempre atribuyó su longevidad a la fe. “Él es el secreto de la vida. Es el secreto de todo”, decía sobre Dios.

En 2018, cuando ya tenía cerca de 110 años, recibió la bendición apostólica del papa Francisco, quien falleció el pasado 21 de abril a los 88 años.

Con su fallecimiento, Inah Canabarro se convirtió en la segunda monja más longeva registrada en la historia, después de la francesa Lucile Randon, quien vivió hasta los 118 años.

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