Córdoba

¿Perón fue masón?

Recientemente, el Gran Maestre de la Masonería Argentina, ingeniero Pablo Lázaro, volvió a expresarse sobre la filiación masónica del general Juan Domingo Perón, integrando un lote de mandatarios argentinos pertenecientes a esa organización, como Justo José de Urquiza, Domingo Faustino Sarmiento, Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini o Raúl Alfonsín, entre otros.

Sobre las relaciones de Perón con la masonería regular, no existen constancias de que su incorporación en Argentina. Aunque a fines de los 90, el doctor Emilio Corbiére -destacado periodista e historiador, masón-, dio cuenta del otorgamiento en 1958, por parte de una organización masónica italiana a la que definió como “no regular”, del Grado 33 (máxima distinción), con carácter honorífico.

El mismo autor indica que amén de ello, Perón pudo haber sido iniciado de modo regular por el mariscal Carlos Ibáñez del Campo -reconocido masón, dos veces presidente de Chile- “durante una estadía en la república trasandina”. En una investigación sobre las relaciones de la República Argentina con Paraguay y Chile en tiempos del primer peronismo (tesis de maestría presentada en el Centro de Estudios Avanzados, 2016, con dirección de Francisco Delich y César Tcach) llegamos a la conclusión de que Corbiere se refería a una visita oficial realizada por el gobierno argentino a Chile durante 1953, luego correspondida por Ibáñez en Buenos Aires, con fines de cooperación económica bilateral.

Pero entonces no descartamos (y lo dejamos consignado en la tesis), habiendo sido Perón agregado militar en la Embajada Argentina entre 1936 y 1938, que podría haberse generado alguna oportunidad entonces, en tal sentido.

El presidente trasandino, Arturo Alessandri Palma, y parte de su entorno fueron masones. Asimismo, Ibáñez del Campo, por unos años exiliado de Chile, había regresado entonces a Santiago. Arriesgábamos en la tesis, que el afán de Perón por lograr posiciones de confianza en el elenco que ocupaba el Palacio de la Moneda (imprescindibles a su condición de agregado militar), como el interés que despertaba en ese equipo (comenzando por Alessandri, quien lo distinguió en incontables ocasiones) aquel joven e incansable capitán (ascendido a mayor durante la etapa), profesor de Historia Militar en la Escuela Superior de Guerra y autor de textos reconocidos fuera de la Argentina (entre ellos uno sobre el cruce de Los Andes por San Martín), que demostraba contactos fluidos con Buenos Aires y contaba con la incondicional compañía de su encantadora esposa, Aurelia “Potota” Tizón (fallecida por enfermedad, en 1938), generaban la ocasión perfecta para incursionar en ese ámbito que combinaba fraternidad, visión de largo plazo e intereses de élite.

Cierto es que, tanto en Chile como en Argentina, la masonería presentaba antecedentes sobrados de dirigencia destacada (en tiempos de Perón, además de los nombrados, presidentes argentinos como Hipólito Irigoyen o Agustín P. Justo y mandatarios paraguayos como el héroe de la guerra del Chaco, mariscal José Félix Estigarribia); como también experiencias exitosas de utilización como instrumento de cooperación y vinculación bilateral, comenzando por el despliegue de integrantes de la organización como San Martín u O’Higgins, continuando con la generación de Juan B. Alberdi, Sarmiento o Félix Frías (entre otros), contenidos en Santiago o Valparaíso por el oficio de personalidades locales con filiación masónica, y proyectándola a los tiempos que por entonces (segunda mitad de la década de 1930) comenzaban a vivirse global y regionalmente.

Además de Alessandri (termina su mandato en 1938) e Ibáñez del Campo (volverá al poder en 1952, ayudado por Perón), fueron masones los presidentes chilenos que lo sucedieron: Pedro Aguirre Cerdá (1938-1941), Juan A. Ríos Morales (1942-1946) y Gabriel González Videla (1946-1952) con el cual Perón tuvo una inicial sintonía en 1946, luego complicada por otras circunstancias de política internacional.

Asimismo, en el gobierno peronista se desempeñaron diversos cuadros que fueron vinculados a la masonería por investigaciones contemporáneas. El historiador Ranaan Rein menciona a ministros como Alfredo Gómez Morales, José C. Barro, Angel Borlenghi, Juan F. Castro, entre otros-, señalándose también al ex vicepresidente Alberto Teisaire.

En un libro publicado durante 2025, el doctor Antonio Las Heras entiende haber confirmado el ingreso de Perón a la organización durante 1936, en Santiago de Chile, reservando su posterior ascenso de grados a la etapa que pasó en Italia (desde 1939 a 1941). Lázaro relativizó esta versión y sostuvo que, si bien Perón se inició por esos años, lo hizo en una logia suizo-italiana (recordemos que parte de su experiencia en la que algunos dicen que conoció a Benito Mussolini y frecuentó a su canciller y yerno, Galeazzo Ciano, la realizó en los Alpes, integrando tropas de montaña). El Gran Maestre agrega el documento de 1958 (citado por Corbiére).

Contrastes

La actitud pública de Perón hacia la masonería fue distante y, en algún tiempo, crítica. La conducción masónica argentina contemporánea a su gobierno mantuvo posiciones de rechazo al estilo político justicialista (y a sus principales productos). Además, Perón necesitó sostener ciertas alianzas nacionales e internacionales, en el inicio y decurso del movimiento justicialista, nutridas de figuras antimasónicas (nacionalistas, católicas, el franquismo, etc.).

Al cuadro se agrega lo que la propia Masonería Argentina confirmó hace unos años por boca de un ex Gran Maestre, Nicolás Breglia: su probable iniciación en Madrid, en 1973, por un rito simplificado, a cargo del integrante de la logia Propaganda Due, Licio Gelli (la cual fue regular hasta 1976, y finalmente disuelta por ley en 1982, acusada de gravísimos delitos). El doctor Breglia, expresó en un reportaje que Perón fue maestro masón por dicha vía (El Tribuno, 2014).
Independientemente de todo lo expresado, ¿Perón fue un genuino masón? ¿Se calzó los mandiles y las insignias? ¿Participó de tenidas o ágapes? ¿Abordó asuntos especulativos u operativos como el resto de los integrantes de esta organización? ¿Hizo culto a la fraternidad que la caracteriza? ¿Fue iniciado o exaltado a la condición de maestro en más de una oportunidad?
No hay testimonios que lo indiquen directamente, aunque algunas de sus relevantes amistades podrían tener origen en aquella participación común (agregamos entre las de procedencia chilena, al ex presidente Salvador Allende); o muchas de las creaciones que se le atribuyen, entre ellas el G.O.U. (para muchos “Grupo de Oficiales Unidos”), conformado en marzo de 1943 por mandos militares medios como organización secreta que cumplió importantes objetivos políticos previos, concomitantes y posteriores al golpe militar de 1943 (disolviéndose en febrero de 1944), pudo haberse inspirado en estilos aprendidos en Chile o en Italia.

Más allá de ello, “la masonería” -sin distinguir en profundidad ideario, institución, integrantes, etc.- fue utilizada táctica y estratégicamente por el general Perón de acuerdo a la conveniencia de cada momento, en lo que es propio de su perfil; y las verdaderas circunstancias del alcance de este vínculo forman, como tantos aspectos de su singular biografía (comenzando por las controversias sobre la fecha y el lugar de nacimiento y prosiguiendo con innumerables detalles de su vida pública y privada) parte del misterio que la caracteriza, y que probablemente sea su aspecto más cautivante, aún hoy.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba