Archivo Vagabundo y El Pampero: un diálogo sobre los modos de hacer cine
Popular tradición de esta tierra, la última aventura que vio la luz del Comando Corsini, es una película en primer lugar divertida. El Comando no sólo se adentra en la teoría de la música popular y sus diversos géneros, en la reconstrucción del imaginario campero que establece el lenguaje de las canciones que grabó Corsini, en la vida y obra de un inmigrante italiano que conoció el trabajo rural y la vida metropolitana en un momento de quiebre y rápida modernización cultural, económica y política de Argentina. Bien podría Corsini protagonizar un capítulo de La Modernidad Periférica de Beatriz Sarlo. La hegemonía de la nación liberal y moderna, del modelo agroexportador, sucedió en el marco de varios debates como el lugar del Gaucho en la mitología nacional, las tensiones y cambios en la lengua producto de las migraciones, el clima crepuscular de una herencia cultural que se deja paso a un mundo otro, todo eso forma parte de la vida de Corsini.
Lo popular, la tradición, el territorio: tres objetos de disputa política central, en el presente y en cualquier época. Esos tres bien podrían ser los pilares de cualquier relato que busque explicar y gobernar una patria, en particular, la nuestra. Para explicar las relaciones de poder entre cultura popular, la historia y este territorio que se llama Argentina, la película del Comando Corsini utiliza no solo las estrategias didácticas del saber, sino también el humor. Esta aventura antropológica a la textura ideológica-afectiva que en el cambio de siglo sentó las bases sociales de nuestro país se realiza con chiste y baile, con alegría, formas de la felicidad colectiva que desbaratan lo aburrido y solemne que puede ser el poder.
Alerta spoiler: En esta película Llinás se apropia de gestos y lenguajes propios del cine más industrial de todos, del mundo de los superhéroes. En primer lugar, es una secuela. Y ya hacia el final retoma la reciente tradición de las escenas poscréditos de Marvel. Podemos pensar esto como un desvío, una burla, otro chiste más. Pero también podría pensarse que en esta película está también otra tradición argentina cinematográfica, Los hijos de Fierro. Pino Solanas tomó la figura gaucha por antonomasia, el signo de la identidad, para poder disputar y desarmar el conjunto de operaciones simbólicas que representan lo social. De alguna manera aquí también el humor y el musical, los villanos y los héroes conectan pasado y presente. Corsini pelea en la guerra del cine que se manifiesta en esta nueva época de discusión pública sobre el financiamiento estatal del cine, su relación con lo popular y el público, con su trascendencia y potencial tradición, con su aporte a la patria, los tres elementos que están reunidos en el título de la película.
Mariano Llinás, comediante y aventurero, es un nombre que entra en cadena con otros. Y por eso vemos su cine. Porque Llinás no está solo; están siempre El Pampero Cine —Alejo Moguillansky, Laura Citarella, Mariano Llinás y Agustín Mendilaharzu— y más recientemente El Comando Corsini —Pablo Dacal, Llinás y Mendilaharzu—. La obra y la fama de estos colectivos son res publica. Lo importante es la prueba de vitalidad del cine argentino, la manifestación material de que cualquier esperanza de ir a lo desconocido, de ir en búsqueda de chistes y aventuras nuevas, solo es posible si se lleva a cabo siguiendo la ley de la amistad y la complicidad, he ahí la verdadera libertad.
Emancipado el cine del material fílmico anterior a la digitalización y de la obligación cultural de construir una tradición, El Pampero es una rara avis, como Antes muerto cine y otras máquinas de guerra, representa un eslabón de saludable rareza en el ecosistema cultural argentino.
No vamos a fusilarlo porque allá cometió un crimen, de hecho tampoco es cierto que sea un unitario, habría que preguntárselo. Vamos a disparar con preguntas porque confiamos en que pueda presentarnos un mapa de lectura del presente. Apelaremos a su conocimiento antropológico, biológico, histórico de la fauna y la flora del paisaje contemporáneo, tan silvestre como atractivo. Si queremos vivir en el futuro, si queremos ir hacia su conquista, nos hacen falta referencias de otros exploradores, y Llinás es uno de los más admirados en nuestra tierra.
Queremos apelar a la gran actividad archivística que ha reunido Llinás. Su cine es un trabajo sobre los documentos, se firman libros, mapas, cartas, fotos, diarios, escenas de escucha radiofónica, discos, todo ese inventario puesto a funcionar bajo un principio de selección y orden, de patrimonialización y colección. Como todo coleccionista, lo importante es que el objeto sea emancipado de sus "funciones originales", su supuesto mandato y origen. Quien colecciona no lo hace por la utilidad, sino para crear un sistema de fascinación y cuidado. Porque toda colección es mágica ya que reúne lo que estaba separado —o también separa lo que estaba junto— y así emergen las condiciones para identificar los vínculos y movimientos aberrantes que estructuran un relato; pero también coleccionar es cuidar, alojar lo residual, sostener el valor moral de las cosas que se pintan con una época.
Encuentro entre Archivo Vagabundo y El Pampero
Abrir un diálogo desde un grupo de acción y producción como Archivo Vagabundo con Mariano Llinás (y en extenso con El Pampero Cine) es una apuesta por generar horizontes posibles de producción, discutir otras maneras de hacer. Queremos conversar desde Archivo Vagabundo, proyecto cordobés, con Mariano —porteño que vuelve una y otra vez a la Provincia de Buenos Aires y su pampa—, porque nuestra época, en términos de gestión y producción cultural, ha recibido mutaciones y desplazamientos. El actual estado de la discusión política en torno al rol del Estado en la gestión cultural, y no habría que olvidar la acelerada digitalización y enrarecimiento de la pandemia, son dos puntos de quiebre en los modos establecidos de hacer cine, pero también de hacer lo público. Esto no detuvo al Pampero ni al Comando Corsini. Vale la pena entonces pensar en estos desplazamientos.
Archivo Vagabundo se presenta como un proyecto de reunión y celebración de la obra de un locutor pigüense, Jorge Marzetti, que fue durante muchos años y ahora sigue siendo por otros registros, un médium de la belleza literaria. Él también como Corsini fue un intérprete, una voz que representa y crea imágenes que alimentan o seducen el espíritu de quien oye.